Por Alfredo M. Cepero

Director de www.lanuevanacion.com

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Más que eso, Biscet es la alternativa cristiana, conservadora y nacionalista para la Cuba futura.

Desde hace 17 años comparto con el Dr. Oscar Elías Biscet el accidentado camino de la lucha por la libertad de Cuba. Lo que comenzamos como aliados en el logro de una meta que ambos compartimos ha devenido en una profunda y sincera amistad, no sólo con Biscet sino con su esposa Elsa, su valiente y dedicada compañera en la lucha contra la tiranía. Por eso me causó una profunda preocupación su detención el pasado 7 de enero por esbirros de la Seguridad del Estado del régimen castrista. El motivo de la detención fue la decisión del Dr. Biscet y de otros miembros del Proyecto Emilia de conmemorar el noveno aniversario de la fundación del movimiento visitando la tumba de Emilia Teurbe Tolón en el Cementerio de Colón, de la capital cubana. Logrado su objetivo de impedir la manifestación los sicarios de la tiranía liberaron al Dr. Biscet tres horas más tarde.

Para poner en contexto mi relación con este cubano excepcional vale la pena empezar por el principio. El 16 de abril del año 2005, nuestro Partido Nacionalista Democrático—signatario del Proyecto Emilia—otorgó al Dr. Biscet el galardón de Paladín de la Libertad. Pero su defensa de la vida y sus doce años de encarcelamiento por exigir la libertad de Cuba, le han hecho acreedor a otros muchos premios. A saber: Medalla Presidencial de la Libertad, por el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, Premio Derechos Humanos, de la Fundación Hispano Cubana de España, Premio Defensor de la Vida, por el Centro Internacional para la Defensa de la Vida (CIDEVIDA, ESPAÑA) y Dr. Honoris Causa, del Miami-Dade College.

Ahora bien, el Dr. Biscet no comenzó su vida de servicio público en el ámbito político sino como defensor de la vida de los no nacidos y de los derechos humanos en general. En 1997, en colaboración con otros colegas médicos, llevó a cabo durante 10 meses una investigación clandestina en el Hospital Hijas de Galicia—en La Habana—donde fueron documentados con estadísticas extraoficiales los procedimientos de aborto bajo el régimen comunista. En febrero de 1998, fue expulsado del Sistema Nacional de Salud de Cuba y, a partir de esa fecha, se le impidió ejercer su profesión de médico.

El 3 de noviembre de 1999, el Dr. Biscet fue arrestado y acusado oficialmente de delitos tales como “deshonrar los símbolos nacionales”, “desorden público” e “incitar a conducta delictiva”. Como resultado de estas acusaciones el Dr. Biscet fue sentenciado a tres años de privación de libertad que cumplió en una prisión ubicada en las cercanías de Holguín, provincia de Oriente, en el extremo oriental de Cuba. A finales del 2002, y después de cumplir su sentencia de tres años, el Dr. Biscet fue puesto en libertad y se le permitió regresar a su hogar. Sólo un mes más tarde, fue arrestado de nuevo y acusado de actividades peligrosas contra la seguridad del estado. Esta vez fue condenado a veinticinco años de cárcel muchos de los cuales cumplió en condiciones de total incomunicación en una prisión de la provincia occidental de Pinar del Río. Finalmente, el Dr. Biscet y los demás presos de la Primavera Negra de abril de 2003 fueron puestos en libertad condicional en el mes de marzo de 2011.

Cuando el régimen trató de obligarlo a un exilio forzoso el Dr. Biscet se negó a abandonar su patria y decidió dirigir sus energías al campo político a través de la lucha cívica no violenta. El 9 de enero de 2013 creó el Proyecto Emilia a través del cual exige un cambio radical de la tiranía a un sistema de democracia representativa. Ni Biscet ni ningún miembro del Proyecto Emilia dialogaremos jamás con los usurpadores de un gobierno espurio que se mantiene en el poder a base de represión y terror.

Por otra parte, la selección del nombre del movimiento dice mucho sobre la personalidad de Oscar Elías Biscet. Pudo haber escogido nombres de próceres como Martí, Gómez o Maceo que fraguaron nuestra libertad en el campo de batalla. Sin embargo, escogió el nombre de una dama generosa y acaudalada que dedicó gran parte de su vida a ayudar a los pobres de su nativa Matanzas. Una patriota que compartió vida y fortuna con el gran poeta, también matancero, Miguel Teurbe Tolón y que participó en la elaboración de la bandera cubana que llevó el 19 de mayo de 1850 a la ciudad de Cárdenas el General Narciso López.

A diferencia de todos esos patricios que, sin duda alguna, merecen nuestra gratitud, Biscet es un hombre de paz que rechaza la violencia y defiende sus ideales con argumentos y no con fusiles. Más que eso, Biscet es la alternativa cristiana, conservadora y nacionalista para la Cuba futura. Él sabe que su trabajo no termina con la libertad de Cuba sino que esa libertad es sólo es el comienzo. Inmediatamente después viene el trabajo difícil de crear las condiciones y los instrumentos que eleven a Cuba a lo que fue una vez como una de las naciones más prósperas y democráticas del mundo.

Asimismo, aunque es muy difícil encasillar los ideales, los principios y las metas de cualquier ser humano yo me considero con la habilidad para hacerlo por mi amistad de 17 años con este cubano que trabaja para la exaltación de su patria las 24 horas del día. Biscet tiene, para mí, atributos de tres personajes históricos, dos de los cuales admiro y un tercero—Nelson Mandela—a quien reconozco habilidades para gobernar aunque nunca haya sido “santo de mi devoción”. Los dos que admiro son Mahatma Gandhi y Martin Luther King.  

Me explico. Con Gandhi, Biscet comparte el espíritu de tolerancia hacia sus adversarios. Con Martin Luther King, comparte el concepto de la igualdad de todos los hombres más allá del color de su piel. Y—tal como hizo Mandela en Sudáfrica—Biscet se propone edificar una Cuba donde haya paz con justicia, pero sin venganzas ni recriminaciones. En julio de 2009, resumí mi opinión sobre Biscet en versos que dicen en parte: “Eres cubano sin exclusiones/ que pongan freno a la patria nueva. /Le hablas a todos los corazones/ y en tu aritmética no existe resta, /cuando convocas sin  dilaciones / para el banquete y para la siembra”.

Todo lo mencionado en este trabajo expresa mi orgullo en formar parte del movimiento que lidera el Dr. Oscar Elías Biscet. No porque me deslumbre su carisma o porque lo considere un ídolo de multitudes, que sin dudas cuenta con ambos atributos. Lo apoyo porque nos dirigimos hacia las mismas metas, compartimos los mismos principios y andamos por el mismo camino. Que no son otros que la restauración del honor y la grandeza de la patria que nos legaron nuestros mambises y por la que se han inmolado tantos mártires a lo largo de esta noche tenebrosa de 63 años.

1-11-22

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