Por Leonardo Morales

Diario Las Américas

 

La férrea oposición de demócratas moderados obligó al presidente Joe Biden a reducir drásticamente el fustigado plan de gastos sociales de $3,5 billones  

MIAMI- La matemática no ha cambiado, por lo menos hasta ahora. Quizás en algún momento también llegue a la agenda globalista del llamado Nuevo Orden Mundial, que intenta transformar casi todo.

La que al parecer se ha alejado de los cálculos matemáticos acertados es la agenda de la extrema izquierda en Estados Unidos, liderada por el socialista Bernie Sanders, que impulsa el presidente Joe Biden.

Gracias a la férrea oposición de más de 20 demócratas moderados en el Congreso como Kyrsten Sinema y Joe Manchin el proyecto de Ley de presupuesto con el monto de 3,5 billones no fructificó ni dentro del propio partido en el poder.

Ahora a la estrategia de Biden, sus asesores les dieron un giro publicitario diferente: que el enfoque se centre en los multimillonarios, en busca de respaldo congresual y popular.

SOBRE EL RESPALDO POPULAR A LA CASA BLANCA

A sus nueve meses de mandato, una encuesta de la Universidad de Quinnipiac realizada en octubre, otorga a Biden un nivel de aceptación de apenas un 38% y un 32% entre los votantes independientes. Gallup, en igual mes, le da un 42%, mientras que otros lo ubican por debajo del 35%.

Estudios afirman que si el índice de aprobación de un Presidente es inferior al 50%, su partido pierde un promedio de 37 escaños en la Cámara de Representantes. La ventaja de los demócratas en estos momentos es de solo de tres escaños y en el Senado 50-50 con solo el voto de la vicepresidenta Kamala Harris de diferencia.

En 1994, el índice de aprobación de Bill Clinton fue del 46% y los demócratas perdieron 53 escaños (y la mayoría).

En el 2018, el índice de aprobación de Trump en la última encuesta de Gallup antes de las elecciones estuvo por debajo del 50% y los republicanos perdieron 40 escaños en la Cámara (y la mayoría). En el 2010, el índice de aprobación de Obama cayó al 45% y los demócratas perdieron 63 escaños (y la mayoría).

Los cálculos no indican hasta ahora nada ventajoso para los demócratas en las próximas elecciones legislativas del 2022.

LA ECUACIÓN ERRADA DE JOE BIDEN

La peor ecuación de la administración Biden ha sido rendir pleitesía a las exigencias del ala radical demócrata, crear crisis y no solucionar ninguna. La otra fue firmar en apenas dos meses más de 65 órdenes ejecutivas para revertir casi todo el trabajo de cuatro años del expresidente Donald Trump, quien a pesar de todas las campañas de descrédito, logró una extensa lista de aciertos en beneficio de los estadounidenses y del futuro cercano de la nación.

Los capítulos abiertos del gobierno de Biden se multiplican: Afganistán, Irán, China, Francia, auge del terrorismo internacional, división dentro del Partido Demócrata, fuerte resistencia a la vacunación obligatoria, desaceleración económica, crisis del sector automotriz, desabastecimiento general, empresas desesperadas en busca de empleados (10 millones de puestos vacantes), inflación al 5,4%, [escalada de precios sin precedentes y sin freno]; regreso a la dependencia energética exterior con el precio del crudo por encima de los 80 dólares el barril, deuda pública en los 29 billones de dólares, propuesta de gastos sin respaldo (de $3,5 billones pasó a 1,7 billones) y crisis sanitaria sin detener, su principal promesa de campaña.

EL CONGRESO Y LA ESPALDA A LOS REPUBLICANOS

Los demócratas buscan en estos momentos un acuerdo interno para no solo aprobar el proyecto de ley de presupuesto, [sin ningún respaldo republicano] sino para financiarlo. El plan ahora de 1,7 billones de dólares se centra en el clima y programas sociales.

Para su cobertura financiera, la administración Biden responde a las peticiones de la extrema izquierda de una subida histórica de impuestos a los más ricos y del 27% a quienes ganan 400.000 dólares anuales o parejas que lleguen a los 450.000.

Economistas afirman que es contraproducente en medio de una recesión económica subir impuestos a las empresas y grandes consorcios que son los motores de la economía, además de inyectar fondos a los sectores improductivos en el vórtice de una escalada de precios e inflación con pronósticos de continuar en ascenso.

LA DESACELERACIÓN

El crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el país se desaceleró fuertemente en el tercer trimestre respecto al mismo período del 2020, con un registro de apenas 2%, debido a una moderación del consumo, informó el gobierno en su último informe el jueves 28 de octubre.

El impacto más notable se debió al colapso de más del 26% en las compras de productos manufacturados de alto precio en el período julio-septiembre, dijo el Departamento de Comercio.

Estos datos acentúan la desaceleración económica que analistas conservadores anunciaron meses atrás en contra del falso optimismo que se vive hoy en Washington y en los medios de prensa de corte liberal.

Cuando el Congreso discute dos gigantescos planes de inversiones, la oposición estima que el dinero que ya inyectó el gobierno de Biden en la economía contribuyó a la fuerte subida de los precios, entre otros factores.

"La inflación sumerge al país (...) que está inundado de dinero", denunció el jefe de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, durante una conferencia de prensa en el Congreso en la que se refirió al plan de ayuda de 1,9 billones de dólares que los demócratas votaron en la primavera boreal.

"La última cosa que debemos hacer es agregar un nuevo frenesí de impuestos y gastos" a la economía, añadió.

"Lo mejor para este país sería que ese proyecto de ley (las reformas de Biden) no sea adoptado", remarcó el también senador republicano por Wyoming, John Barrasso.

LAS CONSECUENCIAS

Los demócratas buscan aprobar dos planes de 8 a 10 años de duración, uno con inversiones en infraestructura por 1,2 billones de dólares y el otro destinado a proyectos sociales y ambientales por casi 2 billones de dólares, después de su recorte.

"El impuesto sobre los ingresos de los millonarios se aplicaría a unos 700 contribuyentes y permitiría recaudar miles de millones de dólares", dijo el líder demócrata en el Senado Chuck Schumer.

La “nueva propuesta” es apadrinada por el senador demócrata Ron Wyden, responsable de la comisión de Finanzas del Senado.

Eso haría que "las personas más ricas del país paguen una justa parte para financiar inversiones a favor del cuidado de niños, vacaciones pagadas y la lucha contra el cambio climático", precisó Schumer.

En días recientes, el senador por Florida, Marco Rubio, calificó estos planes de socialismo y mostró su oposición a ellos por sus graves efectos para EEUU.

Su rechazo concuerda con expertos que afirman que el costo final de los proyectos sociales de la extrema izquierda y la Casa Blanca terminarán entre los bolsillos de los trabajadores estadounidenses y los dueños de pequeñas y medianas empresas.

LOS RICOS EN LA DIANA

Análisiss estadísticos confirman que la subida de impuestos a los más ricos cubriría menos del 65% de los gastos previstos por la administración Biden, sin tomar en cuenta nuevas crisis.

El texto de Wyden precisa que "solo los contribuyentes con más de 100 millones de dólares de ingresos anuales o más de 1.000 millones de dólares de activos por tres años consecutivos serían alcanzados" por la propuesta.

La tasa de imposición sería de 23,8%, según versiones de algunos medios de prensa.

El senador demócrata Joe Manchin parece reticente a este tipo de impuestos. "No me gusta la connotación según la cual apuntamos a personas diferentes, que son quienes han contribuido a la sociedad creando muchos empleos y bienestar", explicó.

El impuesto mínimo de 15% a la renta de las multinacionales, que debería concernir a unas 200 empresas en el sector tecnológico, también se encuentra sobre la mesa de debate.

Todos los cálculos de la administración Biden y la extrema izquierda se dirigen -supuestamente- a reformar la economía a largo plazo, pero los expertos advierten que esos planes no son rentables ni efectivos bajo ningún término.

Muy distantes de la matemática precisa y acertada, las soluciones a los problemas inmediatos de EEUU siguen ausentes en la Casa Blanca.

Con un costo de vida espeluznante y bajo gran incertidumbre, los estadounidenses tendrán a finales de noviembre en sus hogares la cena más cara en el Día de Acción de Gracias. Por eso, muchos quizás no encuentren esta vez alguna razón para agradecer también al Presidente del país.

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