“Optemos por la verdad, y actuemos como hombres y mujeres que ya son libres”, piden las 400 personas que suscriben el texto.

MIAMI, Estados Unidos. – Unos 400 clérigos y laicos residentes en Cuba y el extranjero firmaron y publicaron este domingo 24 de enero una carta que pide a los cubanos actuar sin miedo para conseguir un país democrático.

El texto, originalmente publicado en el blog Pensemos Cuba, reconoce que “la sociedad cubana es diversa y heterogénea”, y lamenta la represión ejercida por el Estado contra las personas que no se acogen a la ideología del Partido Comunista.

Asimismo, la carta critica “la generalización de la corrupción”; las medidas económicas del régimen cubano, y “la crisis de la familia”, dada por la emigración y las llamadas “misiones internacionalistas”.  Además, lamenta “el colapso” del modelo económico, político y social impuesto en Cuba

TEXTO INTEGRO DE LA CARTA:

Como creyentes en Dios, sacerdotes, consagrados, laicos, como hombres y mujeres de buena voluntad, como cubanos que amamos a nuestra patria y que soñamos un futuro luminoso para ella, enviamos este mensaje, nacido del amor.

Convencidos de que, como nos enseñó el Padre Félix Varela, “no hay Patria sin virtud, ni virtud con impiedad” y que el bien y la paz solo son posibles en la conjugación de la justicia, la misericordia y la verdad.

Deseando, como José Martí, una República donde se rinda culto a la dignidad plena de todo hombre y mujer, independientemente de sus pensamientos, de sus posturas e incluso de sus pecados personales.

Siendo coherentes con nuestra conciencia, que no nos permite permanecer callados de frente a la construcción del presente y del futuro de nuestra nación; porque no queremos ser “personas que se lavan las manos como el gobernador romano y dejan correr el agua de la historia sin comprometerse” [1].

En comunión con el magisterio de los Obispos Católicos de Cuba que, en el número 13 de su reciente mensaje navideño, nos invitan a “que no tengamos que esperar a que nos den desde arriba lo que debemos y podemos construir nosotros mismos desde abajo”.

Bajo la inspiración del esclarecedor mensaje de San Juan Pablo II, que hace 23 años nos urgió a “ser protagonistas de nuestra propia historia personal y nacional” [2].

Queremos dar voz a nuestros pensamientos y sentimientos: alegrías y tristezas, frustraciones e ilusiones… sabiendo que no son solo nuestros sino de una gran parte de nuestro pueblo cubano en cada una de las orillas donde palpita el corazón de Cuba, porque somos una única nación en la Isla y en la diáspora. “El cubano sufre, vive y espera aquí y también sufre, vive y espera allá afuera”

He escuchado el lamento de mi pueblo

La Palabra de Dios es luz para lo que vive nuestra patria hoy.

En el libro del Éxodo, la Biblia nos relata la historia de Moisés, el hombre al cual Dios se manifiesta con la intención de liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto, y al cual le dice: “He visto la aflicción de mi pueblo (…). He oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo (…). Ponte en camino que yo te envío” [5].

Dios ve, escucha y siente con su corazón de Padre lo que vive su pueblo, no le pasan desapercibidos sus tristezas, sus angustias y su clamor. Pero Dios no se detiene en una constatación estéril, sino que expresa su compasión como compromiso.

Sin embargo, la liberación no es obra solo de Dios, o de Moisés; es obra también de un pueblo que se une en torno a la fe y al ansia de libertad. El pueblo tiene que co-implicarse, ponerse en camino, y aprender a vivir en libertad a través de un inmenso desierto que le supone numerosas renuncias, la tentación de preferir ciertas comodidades a la libertad, pensar que el esfuerzo ha sido inútil y de que nunca alcanzarán el futuro que tanto ansían.

Estamos persuadidos de que este texto habla al corazón de nuestra realidad presente. Dios lo conoce todo, nada escapa de su mano. El presente y el futuro de Cuba también están en sus manos. Pero Dios trabaja con nosotros, y nos pide, como a Moisés, actuar nuestra parte de responsabilidad y libertad. Decía San Agustín: “El Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.

  1. He visto…, he oído…, conozco… [6]

Soñar a Cuba y continuar construyendo nuestra sociedad es posible, solamente, si partimos de su realidad. La contemplamos con inmenso amor, como lo hace un hijo con su madre; y también con mirada crítica, como lo hace un hijo adulto que ha renunciado a permanecer como un eterno inmaduro. Ponemos aquí nuestra visión sintética, pues los fenómenos sociales son siempre complejos.

La sociedad cubana es diversa y heterogénea.

No existe ya aquella pretendida y a la vez artificial uniformidad social. En Cuba coexisten diversos estratos sociales y económicos. La presencia de clases sociales y el progresivo ahondamiento de sus diferencias es una realidad palpable y especialmente dolorosa cuando los más pobres sufren los embates de medidas económicas que los dejan desamparados.

Cuba también es diversa desde el punto de vista político e ideológico. Hay un sector afín a la ideología oficial que sustenta el Estado, y también hay numerosos sectores en la sociedad civil con otras orientaciones ideológicas que, aunque no son reconocidas oficialmente, están presentes, algunas de ellas con organización, y ejercen un influjo real en la sociedad.

El acceso a Internet y a las redes sociales, aunque limitado y monitoreado, ha roto la barrera estatal que contenía e incluso impedía el flujo de información y la capacidad del ciudadano común para generarla. Precisamente este creciente fenómeno de comunicación social manifiesta que existe una diferencia entre la opinión pública y la opinión oficialmente publicada. Hay una realidad que no se publica, negándola en nombre de la ideología.

Estamos viviendo el colapso de un modelo económico, político y social.

Aunque previsible por fundamentarse en una filosofía que ignora la verdad sobre lo que da sentido pleno al ser humano, el sistema económico, político y social que define los destinos de Cuba desde 1959, ha sido incapaz de evolucionar. Han sido muchas las propuestas para reactivarlo, una especie de cadena interminable de promesas incumplidas de “ahora sí”. A este propósito ya los obispos cubanos alertaban en la carta pastoral “El amor todo lo espera” del año 1993: “Más que medidas coyunturales de emergencia, se hace imprescindible un proyecto económico de contornos definidos, capaz de inspirar y movilizar las energías de todo el pueblo”.

La continua promesa incumplida ha llevado a un cansancio y a un escepticismo que cae como una densa nube sobre el cubano de a pie. Este, a menudo, siente que se hunde en el desaliento por vivir en un país cuyo futuro feliz se aleja, como el horizonte, con cada paso.

Asistimos en este momento a medidas extremas. Las tiendas en MLC y el llamado ordenamiento económico amargan aún más la cotidianidad de este pueblo. Su trabajo no le permite el acceso a comprar dignamente lo que necesita. Vive acosado por un grave desabastecimiento, por precios prácticamente inalcanzables, y por tener que pagar en una moneda extranjera que con su esfuerzo no puede ganar. Esta situación lacera el valor del trabajo y con él, la mismísima dignidad humana. Depender de lo que otros manden del fruto de su trabajo, nos coloca inevitablemente en una situación de mendicidad.

No se puede desligar lo económico de lo político. Como ya lo advertía “El amor todo lo espera” en su número 46, Cuba necesita cambios políticos. Con esta intuición de los obispos cubanos, hoy son muchos los que se comprometen por un cambio pacífico y, lamentablemente, reciben la represión por respuesta. Empeñarse en superar la precariedad y llevar a Cuba a un futuro digno, tiene que pasar por el reconocimiento de la realidad y por la escucha de aquellos que con buena voluntad ofrecen alternativas. La política necesita escuchar a la realidad y partir de ella, de lo contrario se convierte en ideología. Es un absurdo con terribles consecuencias sacrificar la realidad en el altar de una ideología.

La generalización de la corrupción

La doble moral y la mentira se han convertido en elementos cada vez más habituales de nuestra cotidianidad. La falta de libertad de pensamiento y la censura estimulan la incoherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Por otra parte, la casi imposibilidad de vivir sin incurrir en ilegalidades, hace del “mercado negro” un aliado indispensable de la subsistencia y un ámbito dominado por el robo, el soborno y hasta el chantaje. El ambiente de “sálvese quien pueda”, donde todo vale, muestra una corrupción que permea prácticamente todos los estratos sociales.

A esto se suma la sensación de que continuamente estamos siendo espiados, de que podemos “caer en desgracia”. Esta sensación, confirmada por la delación de la que, como víctimas o testigos, todos tenemos experiencia, siembra la duda, mata la confianza e impide la unidad que, como pueblo, tanto necesitamos. A veces hasta sin culpa alguna, la persona se siente temerosa debido al “excesivo control de los órganos de Seguridad del Estado que llega a veces, incluso, hasta la vida estrictamente privada de las personas. Así se explica ese miedo que no se sabe bien a qué cosa es, pero se siente, como inducido bajo un velo de inasibilidad” [7].

La misma voz oficial del Estado ha reconocido la necesidad de rescatar valores, pero no basta decirlo ni amenazar con castigos severos, se necesita poner remedio en las causas, en el origen mismo de la corrupción. Este “poner remedio a la corrupción” pasa, necesariamente, por proteger a la familia y renovar el sistema educativo.

La crisis de la familia: una herida en el alma de Cuba

El ambiente que vivimos incide directamente en la familia cubana. Muchos hogares se desestructuran por la separación que implican la emigración y las misiones. Frecuentemente, la única vía para mejorar la calidad de vida, tiene como consecuencia la separación de sus miembros.

La frustración económica y la lucha cotidiana y fatigosa por la existencia provocan la pérdida del horizonte moral. La familia cubana, centrada en la sobrevivencia, corre el peligro de cerrarse a la vida. No pocas veces, el anuncio de un hijo, que debería ser un motivo de esperanza y alegría, se convierte en causa de incertidumbre y preocupación, y termina en el aborto.

En el otro extremo del ciclo familiar, los ancianos, tantas veces solos, carecen de una economía que los sustente, a pesar del aumento de las pensiones, además de la ausencia de medicamentos imprescindibles y del necesario afecto.

Es justo reconocer que incluso en medio de la crisis, el pueblo cubano valora la familia y trata de crear caminos de felicidad.

Crisis del sistema educativo

Aunque el pueblo cubano es alfabetizado, el sistema de educación está en crisis. La subordinación de los intereses educativos al sistema político-ideológico provoca que el nivel académico haya bajado drásticamente en los últimos decenios. Este sometimiento de la educación a la política explica la mutilación del pensamiento crítico, la imposición de un esquema único de reflexión en el que pocos creen, la precariedad de medios y de personas competentes, la no apertura oficial a otras formas de educación, que se apruebe a estudiantes por conveniencia y que se hostigue y hasta se excluya del sistema de educación superior a aquellos cuyo modo de pensar es distinto al oficialismo.

  1. El clamor de mi pueblo

Vivimos un momento crítico de nuestra historia nacional. Los ensayos oficiales de respuesta revelan que la crisis implica a la estructura misma del sistema, lo cual se ha manifestado de un modo evidente en la negativa a sostener un diálogo abierto y transparente, promoviendo la violencia verbal, psicológica y física, en lugar de buscar un debate realista e inclusivo que exponga las diversas propuestas y conduzca a soluciones evaluables.

Necesitamos superar el autoritarismo, de manera que se evite “la tentación de apelar al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho” [8] y todos los hijos de esta tierra podamos sentarnos, en igualdad de condiciones, en la mesa de un diálogo nacional, pues Cuba es de todos y para todos los cubanos. No es ético adjetivar la Patria y conceder carta de ciudadanía a unos pocos privilegiados miembros de un partido.

Como ya expresaron los obispos cubanos en su mensaje [9] a propósito de la última reforma constitucional: “Lo absoluto de tal afirmación [solo en el socialismo y en el comunismo el ser humano alcanza su dignidad plena] que aparece en el texto constitucional excluye el ejercicio efectivo del derecho a la pluralidad de pensamiento acerca del hombre y del ordenamiento de la sociedad (…). Cabe recordar la frase de José Martí: Una constitución es una ley viva y práctica que no puede construirse con elementos ideológicos” [10]. Tampoco es ético y sí “muy discutible el valor del castigo para humanizar, sobre todo cuando este rigor se ejerce en el ámbito de la simple expresión de las convicciones políticas de los ciudadanos” [11].

Volviendo al relato bíblico, cuando Dios libera a su pueblo bajo la guía de Moisés, no habla contra los egipcios (los opresores). Ellos, si no se hubiesen obstinado en su maldad, haciéndose esclavos del sistema que habían construido, hubieran podido escuchar también la voz del Padre, porque él “no quiere la muerte del pecador sino que se convierta de su mala vida” [12]. Pero el faraón persiste en la injusticia y el atropello del pueblo. Aun fingiendo escuchar a Moisés, no cumple el pacto y falta reiteradamente a su palabra, y esto le atrae la ruina y la muerte. De este modo el faraón y sus ministros, que creen perseguir al pueblo mientras escapa de la esclavitud, quedan atrapados por su propia persecución. Es el drama de la libertad humana cuando se autoerige en dios y termina rendida al pecado. Como dice el Salmo 33: “La maldad da muerte al malvado” [13].

  1. Ponte en camino que te envío [14]

El pueblo cubano, aunque lentamente, ha ido superando y desaprendiendo la indefensión. Es un importantísimo camino de empoderamiento y de recuperación de la autoestima social. Es importante que lleguemos a sentirnos más fuertes, que nos convenzamos de que podemos actuar y vivir sin dejarnos paralizar por el miedo, de modo que logremos expresarnos libremente, buscar el bien y la justicia conservando la paz, y ser críticos de nuestra realidad, porque, de hecho, es un deber de todos aportar a la construcción de una Cuba nueva.

Para los creyentes existe un compromiso político-económico-social que brota de la fe, esta nos lanza al mundo a transformarlo, a humanizarlo según la imagen del hombre pleno que hemos contemplado en Cristo. Como nos dijo Benedicto XVI: “El derecho a la libertad religiosa (…) legitima que los creyentes ofrezcan una contribución a la edificación de la sociedad. Su refuerzo consolida la convivencia, alimenta la esperanza en un mundo mejor, crea condiciones propicias para la paz y el desarrollo armónico, al mismo tiempo que establece bases firmes para afianzar los derechos de las generaciones futuras” [15].

Con el Papa Francisco estamos convencidos de la necesidad de “conversar desde la verdad clara y desnuda (…). Ya no hay lugar para diplomacias vacías, para disimulos, para dobles discursos, para ocultamientos, para buenos modales que esconden la realidad” [16]. En Cuba la democracia no será una realidad mientras la pluralidad y la diversidad de pensamientos no sean aceptadas y respetadas en el proyecto de Nación, sabiendo que la auténtica libertad de la persona “encuentra su plenitud en el ejercicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos” [17].

Los gobiernos existen para el pueblo y por el pueblo. Así como un ciudadano común tiene derechos y deberes, del mismo modo los tiene el Estado. Es hora de superar la falacia de que debemos agradecer lo que son deberes del Estado. Salud, educación, bienestar social, paz civil, ocio y recreación, democracia y libertad de expresión… entre otros, no son regalos sino derechos y el Estado existe para garantizarlos.

Necesitamos con urgencia:

– Mejores marcos legales. El hecho de que no existan bufetes de abogados que trabajen con independencia del control del Estado, promueve la impunidad de un sector de la sociedad afín al gobierno, a la vez que pone en peligro cualquier iniciativa políticamente diversa y pacíficamente presentada.

– El reconocimiento de la plena ciudadanía de los cubanos residentes en el exterior. Significa que estos puedan participar también activamente en la toma de decisiones de la sociedad cubana. Como acontece a todos los ciudadanos de cualquier país democrático, todo cubano debe poder, desde su residencia en el exterior, participar cívicamente en los destinos de su nación.

Entender lo que significa la reconciliación nacional. Como pueblo, tenemos heridas y conflictos no resueltos. Queremos reconciliarnos para vivir bien y en paz, y esto solo será posible reconociendo la existencia de los conflictos y buscando la solución en medio de ellos. “Cuando los conflictos no se resuelven sino que se esconden o se entierran en el pasado, hay silencios que pueden significar volverse cómplices de graves errores y pecados. Pero la verdadera reconciliación no escapa del conflicto sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo y de la negociación transparente, sincera y paciente” [18].

– Entender la relación entre amor y verdad. Un error común es pensar que la predicación del amor excluye el decir la verdad en su realismo dramático. Jamás será prudencia torcer la verdad o reconocerla solo parcialmente. En la carta encíclica “Fratelli Tutti” el Papa Francisco nos advierte que: “No se trata de proponer un perdón renunciando a los propios derechos ante un poderoso corrupto, ante un criminal o ante alguien que degrada nuestra dignidad. Estamos llamados a amar a todos, sin excepción, pero amar a un opresor no es consentir que siga siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que él hace es aceptable. Al contrario, amarlo bien es buscar de distintas maneras que deje de oprimir, es quitarle ese poder que no sabe utilizar y que lo desfigura como ser humano. Perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás (…). Quien sufre la injusticia tiene que defender con fuerza sus derechos y los de su familia precisamente porque debe preservar la dignidad que se le ha dado, una dignidad que Dios ama” [19].

 Optar por la verdad. Necesitamos vivir la verdad en cada decisión de la vida cotidiana. No colaborar con lo que no creo, no participar de la violencia, los actos de repudio, la delación del hermano. ¿Por qué desfilar cuando no comparto las razones del desfile? ¿Por qué asentir en una reunión cuando no estoy de acuerdo? ¿Por qué callar cuando dentro de mí sé que no están diciendo la verdad? ¿Por qué aplaudir si estoy en desacuerdo? ¿Por qué escuchar a mis miedos y no a mi razón? Vivir en la verdad tiene un precio a veces alto, pero nos hace libres interiormente, más allá de toda coerción externa. Vivir en la mentira es vivir en cadenas y como alecciona el Himno de Bayamo: “En cadenas vivir, es vivir en afrenta y oprobio sumidos”.

Miren que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan? [20]

Esta opción fundamental por vivir en la verdad y en la libertad nos descubre nuestro real poder como ciudadanos. Somos un gigante dormido que puede hacer que Cuba cambie, basta despertar. Los que cierran sus ojos ante la aflicción de este pueblo, los que se empeñan en que Cuba no cambie, tienen el poder que le hemos concedido pensando que no podemos hacer nada. Algunos esperan el cambio desde arriba, otros aspiran que llegue una especie de líder mesiánico que arregle todo; sin embargo ―ya lo hemos dicho― el cambio empieza por nosotros, por nuestro interior.

Emprendamos el camino, dejemos de escuchar nuestros miedos, creamos en nuestra fuerza como pueblo. Es importante que nos convenzamos de que sí podemos hacer algo y de que por humilde que parezca, nuestro aporte es poderoso. Reza un proverbio italiano que “si un pequeño hombre en su pequeño mundo, hace una pequeña cosa, el mundo cambia”. El primer paso debe ser vaciarnos de odio, porque nada bueno puede construirse sobre el odio. Nuestra primera victoria será “que no tenemos odio en el corazón” [21].

Vacíos de odio, renunciamos absolutamente a la violencia, a la agresión incluso verbal, a la calumnia, a los métodos de los que hoy son víctimas los que proponen un camino nuevo para Cuba. Son métodos caducos e indignos de esa nueva Cuba que empezamos a construir. Una nueva Cuba debe ser humana y humanizadora de sus ciudadanos. Nuestro camino no tiene nada que ver con el odio y la violencia; y sí con una unidad que no excluye. El cambio bueno y necesario no es posible si permanecemos divididos. Urge deponer intereses particulares y pensar proyectos y destinos comunes.

Rompamos las cadenas, las peores son las que llevamos en la mente y el corazón. Optemos por la verdad, y actuemos como hombres y mujeres que ya son libres. “La conquista de la libertad en la responsabilidad es una tarea imprescindible para toda persona” [22]. Escuchemos nuestra conciencia y empujemos con cada palabra y con cada acción en la dirección correcta de la historia, en la dirección de la libertad de esa Cuba nueva y feliz que ha comenzado a ser realidad en nosotros.

  1. Epílogo

Hemos compartido esta reflexión en el respeto y la valoración de aquellos hombres y mujeres de buena voluntad que en el ejercicio de su libertad han decidido no profesar la fe y que también comparten nuestros deseos de renovación, conscientes de que la realidad nos interpela a todos y de que una cada uno.

Nosotros, como creyentes, consideramos que es momento, como pueblo, de volver a Dios. Este pueblo, hace muchos años, le dio la espalda a Dios, y cuando un pueblo Cuba para el bien de todos solo se puede edificar desde el aporte sincero de le da la espalda a Dios, no puede caminar. Como decía San Agustín: “Cuando uno huye de Dios, todo huye de uno”. Y nosotros huimos de Dios, y le dimos la bienvenida a los ídolos, a aquellos que nos prometieron un mundo mejor sin Dios, desoyendo también a Martí que advertía que “un pueblo irreligioso morirá, porque nada en él alimenta la virtud” [23]. Sí, es momento, como pueblo, de volver el rostro a Dios, y de volver a escuchar en la zarza ardiente sus esperanzadoras palabras:

“He visto la aflicción de mi pueblo… He oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo… Ponte en camino que yo te envío”. [24]

En Cuba, a 24 de enero de 2021

XXIII aniversario de la Misa de San Juan Pablo II por la Patria, en Santiago de Cuba

FIRMANTES:

  1. Alberto Reyes Pías, Camagüey
  2. Rolando Gibert Montes de Oca Valero, Camagüey
  3. Jorge Luis Pérez Soto, La Habana
  4. Fernando Luis Gálvez Luis, Camagüey
  5. Castor José Álvarez Devesa, Camagüey
  6. Jorge Andrés Rubido Rosas, Matanzas
  7. Roque Nelvis Morales Fonseca, Holguín
  8. Alberto Martín Sánchez, Camagüey
  9. Jorge Luis Gil Orta, La Habana
  10. José Conrado Rodríguez Alegre, Santiago de Cuba
  11. Delvis Mederos Fernández, Villa Clara
  12. Kenny Fernández Delgado, La Habana
  13. Lázaro Roberto García Martín, La Habana

Fr. Léster Rafael Zayas Díaz, O P., La Habana

  1. Ramón Rivas Villa, sj, La Habana
  2. Eduardo Llorens Núñez, sj, La Habana

Francisco Roque Hernández, Camagüey

Adrian Martínez Cádiz, La Habana

Dagoberto Valdés Hernández, Pinar del Río

Iván Hernández Carrillo, Matanzas

Manelyn Morales Lazo, Camagüey

Amable Fortunato Casas Pacheco, Camagüey

Isabel María Amador Pardías, Bayamo

Carlos Antonio Amador Rodríguez, Bayamo

Lina Candelaria Pardías Milán, Bayamo

Karem del Pilar Refeca Remón, Bayamo

Dahey Silva Pascual, La Habana

Leonardo Fernández Otaño, La Habana

Hna. Emilia Casanova, La Habana

José Daniel Ferrer García, Santiago de Cuba

Yonesky Eguiguren Gómez, Cienfuegos

Yilmer Cremé Reyes, Camagüey, Camagüey

Eduardo Cardet Concepción, Holguín

Pedro Armando Junco Lopez, Camagüey

Luisa Delfina Luis Cancio, Camagüey

Leído Arsenio Gálvez Ruiz, Camagüey

Guillermo Marín Valiente, Camagüey

Anisley Romero Tejeda, Camagüey

Helayne Teresa Fernández Rojas, Camagüey

Adys Paula Rojas Sierra, Camagüey

Ayleen Maria Cardenas Fernández, Camagüey

Leidys Rosa Rodriguez Rodriguez, Santiago de Cuba

Nivaldo Caliste Rivera, Santiago de Cuba

Manuel Alejandro Cabrera León, Holguín

Raquel Núñez Caro, La Habana

Caridad Mariño Tuñón, Bayamo

Maria del Carmen Sahyon Fernández, Camaguey

Xiomara Miranda Cisneros, La Habana

Orlando González Díaz, La Habana

Olaph Johe Quiala Rodríguez, Guantánamo

Carmen Fernández Lopez, Camagüey

Alberto Arian González Valdespino, Bayamo

Lourdes Oms Montells, La Habana

Samuel Ramos Pérez, Camagüey

Ignacio Fernández-Vega Amador, Bayamo

Nachely Rivero Rosabales, Camagüey

María Elena Morejon Ordóñez, La Habana

Ricardo Perez Gonzalez, Camagüey

Laura Fernández-Vega Amador, Bayamo

José Ignacio Amador Brú, Guantánamo

Jorge Ignacio Guillén Martínez, La Habana

Jorge Luis Guillén García, Artemisa

Gabriela Bernal Mendoza, La Habana

Edilia Rosa Cáceres Martín, Pinar del Río

Wendy Ramos Cáceres, Pinar del Río

Yoandy Izquierdo Toledo, Pinar del Río

Julián Rigau Bacallao, La Habana

Rachel de la Caridad Borges Merladet, Granma

Rosangel Rodríguez Luna, Cienfuegos

Ivet Queipo Gross, Granma

María Josefa Chiang Pérez, La Habana

Fidel Antonio Lago Ortiz, Granma

Félix Navarro Rodríguez, Matanzas

Osvaldo Gallardo González, Camagüey

María del Carmen Perez Nápoles, Camaguey

Janet M. Hernandez Adan, Camagüey

Leima García Arias, Camagüey

Jordi Santiago Rivero Duarte, Ciego de Ávila

Pedro Luis García Macías, La Habana

Rusbel Joaquín Machado Pérez, La Habana

Jorge Luis Figueredo Viamontes, Camaguey

Anabel Mazorra Vázquez, Santiago de Cuba

Anamary Mazorra Vázquez, Santiago de Cuba

Mailyn Armas Fuego, Ciego de Ávila

Rafael Gabriel Almanza Alonso, Camagüey

Rafael Cruz Dévora, Matanzas

Neife María Rigau Chiang, Camagüey

Henry Constantin Ferreiro, Camagüey

Yadisley Rodríguez Ramirez, Camagüey

Manuel Guillen Carmenates, Camagüey

Nérida Georgelina Lamas Parada, Camagüey

Jose Luis Ramos, La Habana

Yadian Alba Carreño, Matanzas

Sor Yaileny Ponce Torres, hc, Mayabeque

Sor Judith Amador Cruz, hc, Santiago de Cuba

Janet Figueredo, Camagüey

Néstor Fernández, Florida, USA

José Daniel Calderón Tovar, Cienfuegos

Inés María Pérez, Ciego de Avila-Las Palmas de Gran Canaria

Yusnielk Ochoa Hernandez, Lawrenceville

Zoe Mayor Reyes, Camagüey-Madrid

Luis Enrique Perdomo Silva, Camagüey

Erik Bermejo Valdés, La Habana

Amalia Barrera Hernández, Las Tunas

Anamalia Hernández Cruz, La Habana

Leonardo Silva Reyes, Camaguey-Costa Rica

Julio Antonio Fernández Pérez, Gran Canaria

Diac. Maykel Gómez Hernández, Sdb, La Habana

Yaxys Cires, Pinar del Río-Ciudad Panamá

Juan Felipe Medina Mendieta, Cienfuegos

Johnny Barranco, Cienfuegos

Adrian Quesada Flores, Camagüey

Dunia Medina Moreno, La Habana

Antonia Reicino Rivero, La Habana

Aníbal Alfonso Rabelo, Las Tunas

Clara Luz, Camagüey

Angel Marcelo Rodríguez Pita, La Habana

Rosalia Viñas Lazo, Pinar del Río

Luis Ricardo Arebalo Gonzalez, Camagüey

Leyanis Herredia Zalasar, Camagüey

Rafael Alejandro Betancourt García, Camagüey

Yuderkis Sosa Acosta, Camagüey

Hna. Yurelis Jiménez Navarro, La Habana

Roberto Díaz, La Habana-Florida

Caridad Suatez, La Habana

Eugenio Leal, Miami

Eddy Jiménez González, Camagüey

Luis Manuel Otero Alcántara, La Habana

Marta Cortizas, Miami

Adriel Jesús Cruz Devora, Camagüey

Yamilet Quesada, Miami

Ángel Álvarez, Florida

Giorneily Leyva Harteman, Costa Rica

Michel Sabido, Camagüey

Lester García Rondón, Bayamo

Nathalie Rivero Rosabales, Camagüey

José Delgado, Las Negas, USA

Alexander Leonard Álvarez, La Habana

Alain Gilbert Betancourt Hernández, Matanzas

Hno. David Reyes Sánchez, fsc, Santiago de Cuba

Iliana Hernández, La Habana

Ana María Orizondo Cabañas, La Habana

Raul Marrero Cabañas, Cienfuegos

María C. Campistrous, Santiago de Cuba

Carmen J. Garcia, Cienguegos

Martha Reyes, Camagüey- Estados Unidos

Nivia Berenguer González, Madrid

Ernesto Laffita Lobaina, Santiago de Cuba

Nancy Carbonell Socarras, Holguín

Pedro Jesús Luque Román, La Habana

Yasmani González Aguilar, Camagüey

Malvina González Aguilar, Camagüey

Emir de Zayas García, Camagüey

Anamely Ramos González, La Habana

Michael Valladares Cala, Pinar del Río

María Cristina Garrido Rodríguez, Mayabeque

Onelia Rodríguez Meza, Mayabeque

Edel Padrón Cala, Pinar del Río

Paula Cala Quintan, Pinar dél Río

Diago Ramos Pérez, Camagüey

Landys Fernández Elizastigui, Guantánamo

Leosmany Díaz Pérez, Camagüey

Osmani Pardo Guerra, La Habana

Anyell Valdés Cruz, La Habana

Jorge Luis Capote Arias, La Habana

Osmel Adrián Rubio Santos, La Habana

Beatriz María Petrirena Cubota, La Habana

Óscar Antonio Casanella Saint-Blancard, La Habana

Sor Iris Martínez Espino, hc, Villa Clara

Lester Alvarez Meno, Camagüey

Marta Martinez Ferrera, Miami

Caridad Elena Espinosa Smith, Madrid

Yosdany Alfonso Chicon, La Habana

Raquel Devora Delgado, Matanzas

Teresita Amador Cruz, Bayamo

Manuel Alejandro Rodríguez Yong, Holguín

Gregory Guijarro, Puerto Rico

Patricia Fernández Vega Amador, Bayamo

Carlos H Rondon Pupo, Las Tunas

Evilio Sanchez Madrigal, Miami

Amanda Sanchez, Holguín

Carolina Sansón, La Habana

Yaima Pardo La Red, Camagüey

Asunción Carrillo Hernández, Matanzas

Cesar Adriam Delgado Correa, Matanzas

Judiet Falls, Camagüey

Alejandro Landa, La Habana-USA

Michel Matos, Habana

Javier Leiva Cáceres, Cienfuegos

Irina Medina Gomez, Florida

Maria Aranguren, Florida

Vladimir Lázaro Gonzalez Scull, La Habana

Minervo Lázaro Chil Siret, Miami

Arael David Espinosa Pérez, Santiago de Cuba

Rafael Morales Martínez, ofs, La Habana

Isel Arango Rodríguez, Camagüey

Judit Figueredo, Camagüey

Eugenio Pérez Lago, La Habana

Reynaldo David Días Morales, Camagüey

Maryorly García Prieto, La Habana

Dimas Castellanos Martí, La Habana

Pedro Camacho, Camagüey-Miami

Rafael Sánchez, Florida

Néstor Pérez González, Pinar del Río

Marta Josoy, Cienfuegos

Martha Rojas Diaz, Holguín

Ada Torres Nueva Orleans, Louisiana

Romy Lopez Diaz, La Habana

Hna. María del Pilar Meneses Ruiz, ssj, Sancti Spíritus

Janet Curbelo Núñez, Matanzas-Alemania

Juan Pablo Lavin Mendoza, La Habana

Jorge Luis Padrón Rivero, Ciego de Ávila-Zaragoza, España

Aidyn Betancourt Miranda, La Habana

Martha Sara López García, Matanzas

María Cristina Tamayo Guerra, Bayamo

Teresa Díaz Canals, La Habana

Jose Molina Marrero, Florida

Claudia María Bernal Mendoza, La Habana

Orgiel Sanzo Martín, La Habana

Priscila Hernández Pino, Artemisa

Adrián Emelio Blanco López, Mayabeque

Yadira Sánchez Estévez, La Habana

Maysel Bello Cruz, Artemisa

Javier Alejandro Collado Reyes, Granma

Isabel Santana González, Matanzas

Lay Mi Rodríguez Guilbeaux, La Habana

Juan Pablo Entrialgo, La Habana

Daniel Alejandro Rodríguez Solis, La Habana

Tania Solis, La Habana

Margara Fernandez, Camaguey-Miami

Maikel González, La Habana

Margarita Sosa, Miami

Mirna María Alfonso Pacheco, La Habana

Yulys Espinosa Acosta, Camagüey-USA

Susana Moreno Escobar, La Habana

Diácono Hanoi Manuel Ferrer Pérez, Matanzas

Clara Marina Hernández López, Trinidad

Maykel Aledo, Artemisa-Orlando

Julio Estorino, Miami

Alenmichel Aguiló, Camagüey

Maria de Lourdes Mariño Fernández, La Habana-Delaware, USA

Jorge Reyes Carralero Dallas La Habana-Texas

Edell Escalante Martínez, Camagüey-República Dominicana

Norbis Rodriguez Hernandez, Holguín-Dallas, Estados Unidos

Saymi Del Toro Soria, Villa Clara

Leonardo Benito Pama, Camagüey-Chile

Yoel Pérez González, La Habana

Mairelys Montero Gonzalez, La Habana

Andrea Torres, Florida

Rolando Montiel Campos, Villa Clara

Humberto de Horta de Horta, La Habana

Magalys Roque Santiesteban, La Habana

Sor Carmen Alicia Lavín Comabella, hc, La Habana.

María Cristina Labrada Varona, Camagüey

Ana Laura Nogueira Valiente, La Habana

Amed Acosta Hernández, Villa Clara

Sonia Álvarez Campello, Matanzas

Sayli Navarro Álvarez, Matanzas

Roberto de Jesús Quiñones Haces, Guantánamo

Karel E. Esquivel, Florida

Ilen María Montejo Boutros, Camagüey

Liliam Boutros Amores, Camagüey

Luis Montejo Cuenca, Camagüey

Josbel Guerra Solana, Holguín

Jose Antonio de la Rosa Diaz, Artemisa

Omara Isabel Ruíz Urquiola, La Habana

Arian Lazaro Cruz Alvarez, La Habana

Cristina Isis Alfonso Perez, Camagüey

Humberto Galindo Moya, Camagüey

Yanersy Cuevas Sanchez, La Habana-USA

Norma Salas Gil. Habana, Camagüey

Lupe Fernández Pedroso, Camagüey

Marcial Hernandez, Camagüey-USA

Ricardo Barragán Carrandi, Camagüey-Miami

Isis Acuña Peláez, Camagüey-Miami

Jose Luis Gil, Las Tunas-Miami

Julio Guerra Molina. Camagüey-Miami

Romer Eduardo Moronta Abad, Camagüey

Gleyber Guerrero Perera, Camagüey

Julio Llopiz-Casal, La Habana

Sandra Ceballos Obaya, La Habana

Tania Bruguera Fernández, La Habana

Getel Medina Mendieta, La Habana

Mijail Rodríguez Riverón, La Habana

Rafael Estopiñales Pérez, La Habana

Juliana Rabelo Garcia, Pinar del Río

Sindy Rivery Elejalde, La Habana

Ulises Padrón Suárez, La Habana

Victor Alfonso Cedeño, Cienfuegos/La Habana

Camila Rodríguez, La Habana

Aminta de Cárdenas Soroa, La Habana

Henri Eric Hernández, La Habana-México

Camila Acosta Rodríguez, La Habana

Royma Cañas Treto, La Habana

Rolando Rodriguez Lobaina, Guantánamo

Katherine Bisquet Rodríguez, Cienfuegos

Yunior García Aguilera, La Habana

Solveig Font Martínez, La Habana

Arelis Rodriguez Silva, Artemisa

Dixan Gainza More, Camagüey

Alma Rosa Reed Rodríguez, Camagüey

José Antonio Valor Reed, Camagüey

Francisco Alejandro Hernández Sivilla, Camagüey

Verónica González Nikiforova, Camagüey

José Luis Acosta Cortellan, Camagüey

Marisol Peña Cobas, Camagüey

Yosvany Sepulveda Martinez, Camagüey

Carlos Manuel González Hernández, La Habana

Nereyda Perez Sedeño, Camagüey-Miami

Raidel Arosteguis Almenteros, Camagüey-Miami

Manuel Alejandro Zamora Santana, Santa Clara

Doray García Villarreal, Camagüey

Daniel Montejo Boutros, Camagüey

Joel Antonio Fonseca Quevedo, Camagüey

Belsis Alfonso Bombino, Matanzas

Eniel Pérez Zapico, Villa Clara

Marcial Hernandez, Camagüey-Miami

Geisy Alfonso Bombino, Matanzas-Miami

Celso Sarduy Agüero, Camagüey-Buenos Aires

Elena Lopez Llera, La Habana-USA

Daniel Mejías González, Camagüey

Leivy Rodríguez Salgado, La Habana

Juan Carlos Domecq, La Habana

Rafael A. Padron Gavilla, Miami

Isora Abreu, Matanzas

Leana Lobaina Legrá, La Habana

Jesús Francisco López Ruiz, La Habana

Yomara Hernandez, La Habana

Ronald Viñas Oliva, La Habana

Roberto Perez de la Cruz, Miami

Regina Caceres Fernandez, Matanzas

Alain Lavao Hernandez, Matanzas-Miami

Hno. Asquilis Estable Sánchez, Republica Dominicana

Darleen Trujillo, Miami

Andres Trujillo, Miami

Luisa Perez, Miami

Luis Varga, Miami

Reynaldo Licea Vazquez, New York

Rafael Araluce Quesada, Bayamo

Ebert Hidalgo Cruz, Santiago de Cuba

Ada Ibis Ladrón de Guevara Lazo, Santiago de Cuba

Haydée Hidalgo Ladrón de Guevara, Santiago de Cuba

Evert Luis Hidalgo Ladron de Guevara, Santiago de Cuba

Aimée Hidalgo Ladrón de Guevara, Santiago de Cuba

Ana Maria Gonzalez, La Habana

Carmen Guardiola, California

Manuel Milanés Pizonero, Florida

Nicolas Peón Casas, Chile

Ana Victoria Martínez, La Habana

Yasel Couce Sardiñas, Camagüey-Chile

Lester Fibla, La Habana

Jessica de la Caridad Torres Roque, La Habana

Lourdes Solaun Spring, Texas

Lilian Ureña de Martin Viaña, La Habana

Erio Lazaro Fernández Martínez, La Habana

María Margarita Arango Rivera, Granma

Yanelia Chacón Polanco, La Habana

Hno. Iván Guerra Álvarez, La Habana

Mayra De Armas, Ciego de Ávila-Florida

Lourdes Fernández, La Habana

Ofelia Acevedo Maura, La Habana-Miami

María Elena Uchytil Salgueiro, Alaska

Rosa María Payá Acevedo, La Habana-Miami

Jose A. Sanchez, Camagüey-Miami

Mario Ramírez Méndez, Camagüey

Iraida Sosa Monzón, Trinidad

Fray Junior Alberto Casas Rodríguez, OFM, La Habana

Jorge L. Díaz, Miami

Rosa Armesto, Puerto Rico

Graciela Sivilla, Camagüey

Rigoberto Tamayo, La Habana-Buenos Aires

Manuel Alfonso, Tampa

Rafael Ceiro Martí, Santiago de Chile

Miriela González Román, Santiago de Chile

Hno. Michel Valdés Pérez, fcb, Villa Clara-España

Bárbara Martínez Figueroa, La Habana-España

Felix Llerena, USA

Orlando Luis Pardo Lazo, La Habana

Manuel Marrero Ávila, Matanzas

Leonardo Luis, La Habana

Hiraldo Pino Dominguez, Puerto Rico

Evelio Yanez, Miami

José R. Fernández Torres, Orlando

Ariel Roque Santiesteban, California

Antonio Orestes Hernandez Diaz, La Habana-USA

Erne Gonzalez, Mayabeque

Hna. María de los Angeles Rodríguez Pérez, CP, La Habana

Gabriel Hernandez Aguila, Santa Clara

Laura González Otero, La Habana

Neldy Elaine Rasua Veloso, La Habana

Jorge Luis García Denis, Cienfuegos

Héctor Javier Vasallo Rodríguez, Mayabeque

Yohana Beatriz Martínez Abreu, La Habana

Ana Dolores Garcia, Camagüey

Frank Calzón, Arlington, VA

Eduardo Ernesto Torres Alonso, Cienfuegos

Teresa Fuego Miranda, Ciego de Ávila

Massiel María Suárez Pérez, Las Tunas

Miraldis Vázquez Perez, Santiago de Cuba

Angel Vázquez Martínez, Santiago de Cuba

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