Andrés Cañizalez

 

La cercanía de las elecciones de 2025 podría forzar acuerdos o pactos que no se ven con claridad en la actual coyuntura.

La lucha interna que envuelve al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia registra un nuevo capítulo, ya que el expresidente Evo Morales terminó por subir al ring de boxeo (metáfora de lo que se ha convertido el debate político dentro de este partido de izquierdas) a quien fuera su estrecho colaborador, el exvicepresidente Álvaro García Linera.

El meollo del conflicto está en torno a quién tendría la potestad de ser candidato presidencial en 2025. Evo Morales aspira a regresar al poder tras gobernar Bolivia entre 2006 y 2019; mientras que el actual mandatario, Luis Arce, también estrecho colaborador de Morales en el pasado, ha manifestado su intención de ir a la reelección. Ambos se disputan el control del MAS.

García Linera, quien no aspira a ser candidato, ha tratado de mantener una posición equidistante y ha pedido un proceso integral de renovación del liderazgo del MAS, un movimiento de izquierdas e indigenista que nació a fines del siglo XX y que tuvo un impulso gracias al liderazgo de Evo Morales.

Morales acusó de "enemigo" y "traidor" a García Linera. Según el exmandatario su antiguo colaborador coincide hoy con las posiciones del "imperio", ya que según su versión es EEUU quien quiere evitar su regreso al poder. García Linera y varios factores de la izquierda han sugerido que después de ocupar largamente el poder, Evo Morales debería dar un paso al costado y abrir un proceso democrático dentro del MAS, para renovar su dirigencia.

El presidente Luis Arce, electo en 2020 con el beneplácito de Evo, y el expresidente que se niega a retirarse de la vida política activa, han tenido una serie de encontronazos públicos desde 2021, cuando Morales retornó a Bolivia tras un exilio en Argentina.

Morales salió del país andino a fines de 2019 tras una oleada de protestas en rechazo a su reelección, en unas elecciones en las que fue nuevamente candidato pese a que expresamente la población se manifestó en contra en un plebiscito previo. En diciembre del año pasado, una sentencia del Tribunal Constitucional anuló la reelección indefinida en Bolivia, limitando como estaba establecido a dos períodos presidenciales.

En la actualidad y tras esta sentencia, diversos juristas consideran que Evo Morales no podría concurrir nuevamente a unas elecciones porque ya ejerció el poder en el tiempo máximo establecido por el principal tribunal en materia constitucional.

La Justicia, por otro lado, declaró también ilegal un congreso del MAS en el cual Evo Morales fue nombrado presidente del partido y buscaba ser designado, de una vez, candidato único. Esta reunión partidaria fue realizada en octubre de 2023. Otras corrientes del MAS han asegurado que Arce es el líder del partido y con derecho a buscar la reelección en 2025.

Entretanto, desde hace un año García Linera viene insistiendo en público en llamar a una conciliación entre Morales y Arce. A inicios de este mes de marzo cambió, sin embargo, de posición y dijo que, a riesgo de dividir al partido oficialista, con lo cual perdería en 2025, era necesario buscar una tercera opción.

A inicios de este mes, García Linera aseveró que corresponde a "otra generación de indígenas" del MAS conducir la "segunda fase" del Estado Plurinacional "que se resiste a nacer por el anclaje de los antiguos líderes". El exvicepresidente puso en la mesa el nombre de Andrónico Rodríguez, que "es una buena candidatura porque representa a la nueva Bolivia popular, indígena y profesional".

"Tal parece que todo esto terminaría con la división del MAS. Muchos partidarios abiertamente han declarado sus diferencias y hasta han llegado a acusaciones graves unos en contra de los otros", comenta desde La Paz la periodista e investigadora universitaria Karina Herrera Miller, al ser consultada por DIARIO DE CUBA.

"Evo aparece todas las semanas declarando en contra del Gobierno de Arce. Arce no aparece públicamente pero manda a su vocero, ministros y legisladores al ataque", sintetiza la investigadora el clima de confrontación que se ha hecho recurrente.

Para la periodista boliviana si bien en este momento se percibe un clima de abierta rivalidad, con riesgo de que se divida el MAS, la cercanía de las elecciones de 2025 podría forzar acuerdos o pactos que no se ven con claridad en la actual coyuntura.

García Linera cree que de persistir la fractura el MAS perderá el poder en 2025. "Cada día que pasa, las heridas que nos hacemos entre compañeros son terribles", comentó recientemente al diario bonaerense de izquierda Página12.

En cambio, si dentro del partido indigenista prevalece la unión y logran pactar una candidatura unitaria, se da por descontado un triunfo electoral en 2025. La certeza de que si garantiza la candidatura accedería al poder, avivia las ambiciones de los dos actores en pugna, según la mirada de analistas locales.

Esto se remarca porque la oposición boliviana, de cara a estos comicios del año próximo, luce "fragmentada, débil y arrinconada", a juicio de Herrera Miller.

De cara a las elecciones generales de 2025, según una encuesta de la empresa Diagnosis, un 45% de los consultados en una consulta nacional dijo que estaba a favor de un cambio de liderazgo en el país, en lugar de que repitieran en el poder figuras con experiencia previa en la Presidencia.

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