Andrés Cañizalez

 

El presidente Alberto Fernández nombra a un embajador en Caracas con pasado comunista y actual identificación con el kirchnerismo.

Las señales que venía dando el Gobierno de Argentina han dado paso a decisiones en su relación con el chavismo. El presidente Alberto Fernández no solo ha confirmado su decisión de reestablecer relaciones plenas con el régimen de Nicolás Maduro, sino que ha solicitado a otros países latinoamericanos que abandonen la política de aislar diplomáticamente al gobernante venezolano.

El escenario escogido por Alberto Fernández para dejar atrás una de las herencias diplomáticas de Mauricio Macri, ha sido la visita a Buenos Aires del presidente de Ecuador, el conservador Guillermo Lasso. Argentina, que tiene la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), ha abogado por reinsertar a Venezuela en las instancias regionales y ha pedido que otros países sigan su ejemplo de reestablecer relaciones diplomáticas plenas con el chavismo.

Hace un mes el diario La Nación de Buenos Aires no solo había adelantado esta jugada diplomática de Fernández, sino que también asomó el nombre del futuro embajador argentino en Venezuela. Se trata de Oscar Laborde, quien en el pasado militó en el Partido Comunista, pero que desde hace años se identifica con el kirchnerismo. Su nombre, para lo que será una delicada gestión diplomática, fue acordado entre Fernández y su vicepresidenta, la dos veces jefa de Estado, Cristina Fernández de Kirchner.

Laborde actualmente se desempeña como vicepresidente del PARLASUR. Tiene canal de comunicación directo tanto con el presidente Fernández como con CFK, el acrónimo con el que es conocida la figura poderosa de la vicepresidenta en Argentina.

"La política exterior del Gobierno de Fernández solo es comprensible a la luz de la coalición de gobierno. Muchas de las iniciativas se toman para satisfacer al ala dura del Frente de Todos, el kirchnerismo", explica a DIARIO DE CUBA Ignacio Labaqui, profesor de la Universidad Católica y del CEMA (Centro de Estudios Macroeconómicos) en Buenos Aires.

Entretanto, también el PARLASUR ha estado inmerso en la tensión diplomática que envuelve a muchos países e instituciones. El reconocimiento de Juan Guaidó como "presidente interino" en 2019, que en su momento fue una decisión avalada por unos 60 países occidentales, terminó condicionando los posicionamientos.

El presidente del PARLASUR, el paraguayo Tomás Bittar Navarro, por ejemplo, ha sido acérrimo crítico de "Maduro y su pandilla", como les califica, y por tanto ha retrasado el regreso de diputados chavistas a este organismo, mientras que Laborde actuó a favor de esta reincorporación.

En 2019, siendo presidente de Argentina, Mauricio Macri decidió sumarse a la ola de desconocimientos diplomáticos que se juntaron entonces contra Maduro. En aquel momento Buenos Aires le dio estatus de "embajadora" a Elisa Trotta Gamus, designada por Guaidó.

En enero de 2020, entre las primeras decisiones tomadas por el recién estrenado Gobierno de Alberto Fernández estuvo la de quitarle el rango de embajadora a la representante opositora. Sin embargo, el kirchnerismo evitó designar un embajador en Caracas, pese a que la embajada está sin titular desde 2015. Desde entonces están encargados de negocios en ambas representaciones.

En los últimos dos años, el Gobierno de Fernández ha tenido posiciones ambiguas y a veces contradictorias. Ha respaldado al régimen de Maduro en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), pero en la Organización de Naciones Unidas ha votado en contra o se ha abstenido.

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