– “Viene el Señor”

– 29 de noviembre de 2020 –

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El fin del año litúrgico nos prepara siempre para el comienzo del nuevo, comienzo que no coincide con el año civil. El Año Cristiano tiene su propia dinámica que va llevándonos, de domingo en domingo, y con acentos especiales en las solemnidades de los misterios de la “Encarnación-Manifestación” y “Pasión-Muerte-Resurrección” de Cristo, a la vez que nos anima a vivir nuestra fe a través de los acontecimientos y vicisitudes de la vida. La Eucaristía, en la que celebramos y actualizamos el Misterio Pascual, nos mantiene orientados hacia las realidades últimas. Efectivamente, en cada celebración de la Misa “Anunciamos la muerte de Cristo, proclamamos su Resurrección y, anhelantes, preparamos su venida gloriosa”, cuando El vuelva a completar su Obra y llevarla a su plenitud. Tanto las lecturas de la Palabra de Dios como las oraciones y cantos propios del Adviento nos preparan, llenándonos del espíritu de la espera y la conversión, a la cumbre de este breve y alegre tiempo de conversión en la espera de la Navidad.

Comenzamos con este primer domingo de Adviento el año de San Marcos en la lectura del evangelio. El Señor, al anunciarnos su retorno, nos da la consigna de permanecer en vela esperando (Marcos 13, 33-37). La advertencia de permanecer en vela se repite tres veces en el texto que leemos hoy. -San Pablo, poniendo su confianza en la fidelidad de Dios, nos invita a aguardar llenos de esperanza el advenimiento de Jesucristo, el Señor (I Corintios 1, 3-9). -En la primera lectura participamos de la ardiente petición del pueblo judío que, en medio de su dolor, acude al Señor que puede salvarle: “¡Ojalá rasgases los cielos y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!” (Isaías 63, 16b-17; 64, 1.3b-8). 

-En este evangelio distinguimos fundamentalmente dos partes en su estructura narrativa: La primera (1,2 – 9,10) nos dice quién es Jesús de Nazaret: “el Cristo, el rey del nuevo pueblo de Dios, según la profesión de fe de Pedro” en (8, 29) ; la segunda parte (9,14 -16,18) nos orienta poco a poco hacia la muerte de Jesús, pero culmina en la profesión de fe del centurión: “Verdaderamente este hombre era hijo de Dios”, (15,30), confirmada por el descubrimiento del sepulcro vacío, prueba de la resurrección de Jesús. Este plan lo encontramos indicado desde la primera frase escrita por Marcos (diríamos que su tesis): “Comienzo del evangelio de Jesucristo, hijo de Dios”.

Después de haber celebrado la victoria final del Cristo, hoy abrimos un nuevo ciclo en el aprendizaje de su Evangelio de Paz, de Justicia y de Amor; a la vez que somos invitados a reiniciar el camino de la conversión constante y necesaria para que ese reinado se haga realidad en nosotros. Escuchemos atentamente y sigamos esa llamada que nos harán las elocuentes figuras del Adviento: Isaías, Juan Bautista y María, la Madre de Jesús y Madre nuestra: “La Madre de la Iglesia”.