– 19 de mayo de 2024 –
—VIGILIA Y MISA DEL DIA –
Padre Joaquín Rodríguez
Queridos hermanos:
El domingo de Pentecostés señala la conclusión de los cincuenta días de Pascua: éste es el último día de la fiesta. Pero de modo especial, es el día de la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y el de la expansión misionera de la Iglesia. Las dos misas -la de la víspera y la del día- desarrollan, dentro de una amplia gama de lecturas bíblicas a elección, los múltiples aspectos de la solemnidad del Espíritu.
La misa de la vigilia nos propone cuatro lecturas del Antiguo Testamento, de las cuales puede elegirse una como primera lectura o, en una vigilia larga, pueden ser leídas y comentadas todas, proporcionando material para la meditación más profunda que puede ser combinada con salmos y cánticos; una verdadera velada de oración en la culminación del Tiempo Pascual. Estas son las lecturas que nos propone el Misal Romano: (1- Génesis 11, 1-9); (2- Éxodo 19, 3-8ª.16-20b); (3- Ezequiel 37, 1-14); (4- Joel 2, 28-32); SALMO 103 -Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra-; Romanos 8, 22-27; Juan 7, 37-39. La lectura del A.T. y el Evangelio nos anuncian el don del Espíritu; San Pablo describe la acción del mismo Espíritu, que habita en nosotros: El es quien, en nuestro interior, “quiere lo que Dios quiere” y nos enseña a vivir según su corazón.
En la misa del Día las tres lecturas hacen notar el hecho de que el Espíritu Santo fue dado a los Apóstoles en relación con su misión. Esto es lo que se deduce del relato evangélico (Juan 20, 19-23) y de la descripción del suceso de Pentecostés (Hechos 2, 1-11). En cuanto a San Pablo, que analiza en la carta a los Romanos la acción íntima del Espíritu Santo en cada uno de los fieles (misa de la vigilia), nos presenta aquí al Espíritu como principio de la unidad de la Iglesia en la diversidad de sus ministerios (I Corintios 12, 3b-7.12-13).
El Tiempo pascual concluye con la revelación de su verdadero carácter: es el tiempo del Espíritu Santo, y queda enmarcado en una doble efusión del Espíritu: en su primer día y en el último: la noche de la Resurrección y la mañana de Pentecostés.
Pentecostés es mucho más que el cierre del tiempo Pascual; no es, obviamente, una fiesta más o de paso; es el evento que inicia la vida de la Iglesia. La Iglesia es la Iglesia del Espíritu que ora, se edifica en la Caridad y se alimenta de la Eucaristía y del amor mutuo entre los hermanos. Pero la Iglesia es también la Comunidad misionera de los amigos de Jesús, de esos miembros vivos que, con El, configuran el Cuerpo del Resucitado.