– 5 de mayo de 2024 –

“Domingo de la expansión misionera” -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El evangelio de este domingo, continuación del que leímos el domingo pasado, completa el mensaje de la parábola-alegoría de “la vid y los sarmientos”. Hoy Jesús nos enseña la relación estrecha e indispensable que existe entre El y el Padre, siendo el propio Jesús ese puente que nos une al Padre: unión en fidelidad y amor. La clave consiste en “guardar sus mandamientos para poder tener su vida y producir sus frutos”, frutos que serán también los nuestros. Por su parte Jesús, la vid verdadera, no podrá producir sus frutos sin nosotros, sus sarmientos.

Los Hechos de los Apóstoles nos refieren hoy el bautismo del oficial romano Cornelio efectuado por Pedro (Hechos 10, 25-26. 34-35. 44-48). La Iglesia de Jesús, al acoger por primera vez a un pagano en su seno, afirma su catolicidad. -  San Juan nos presenta a esa misma Iglesia, henchida del dinamismo del Espíritu, como una fraternidad. Es la Iglesia del amor. Ese es el mandamiento que recibió de su Señor (Juan 15, 9-17). – Es también ése el principio de vida que recibió de Dios y que le orienta hacia El, porque Dios es amor (I Juan 4, 7-10).

En la parábola de la vid, vehículo pedagógico admirable, Jesús utiliza la expresión “permanecer” siete veces; además de ser el siete un número que significa perfección u obra completada, la insistencia en ella nos indica su importancia en la enseñanza contenida en la alegoría de la vid. La Iglesia es esa vid, y todos en ella necesitamos estar unidos a Cristo para tener su vida y dar sus frutos; además, en El formamos una sola realidad vital, no existe otro modo de ser su cuerpo y su Iglesia.

Aunque nuestra relación con Cristo nunca podrá ser de igualdad (El es el Señor); sin embargo, siendo de naturaleza divina, contiene en su persona también su naturaleza humana adquirida en la Encarnación. Decimos que somos sus hermanos, así ha querido Dios que fuésemos por el Bautismo, pero también ha querido que fuésemos sus “amigos”, amistad que surge de su elección, como opción suprema de su amor por nosotros: sus criaturas, sus “hijitos”, sus hermanos, sus amigos que saben de las confidencias y del amor sin límites de quien ha dado su vida por sus amigos.