– 21 de abril de 2024 –

—“Domingo del Buen Pastor” –

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El Domingo del Buen Pastor, llamado así por el evangelio proclamado en ese día, el Cuarto Domingo de Pascua, contiene una revelación importantísima en la relación que Dios quiere tener con su Pueblo y con toda la Humanidad; así, llamamos “pastoral” a toda la acción apostólica, misionera y servicial de la Iglesia. Desde antiguo Dios fue educando pedagógicamente al Pueblo Elegido, a través de sus caminos, caídas y aciertos, en su conocimiento; Dios siempre nos habla en nuestro lenguaje y parte de nuestras necesidades para decirnos QUIEN ES EL, y cuales son sus intenciones para con nosotros. Así, partimos en el conocimiento de Dios como Creador y Señor de la Historia, hasta la plenitud de esa revelación como Padre amoroso, que nos ha entregado al Hijo de su amor para nuestro bien y salvación.

Fue el profeta Ezequiel quien introdujo el lenguaje y, con él, el tema teológico que centra hoy nuestra atención. Al fallar los pastores (reyes y sacerdotes) en su deber y misión de instruir, cuidar y guiar al Pueblo elegido al cumplimiento de su misión y ejemplo de santidad en el cumplimiento de la Ley divina, Dios promete ser, Él mismo, el Pastor de su Pueblo; promesa que vemos cumplida en plenitud en Jesucristo, el “Buen Pastor de su Pueblo y de toda la humanidad redimida con su sangre”.

La parábola del Buen Pastor, que leemos en el evangelio, adquiere un relieve peculiar durante estas semanas en las que recordamos el combate en que Jesús -que “tiene poder para entregar su vida y para recuperarla”- derramó su sangre por sus ovejas (Juan 10, 11-18). Él, que venció a la muerte, es Aquel en cuyo nombre Pedro pudo hacer caminar al mendigo paralítico (Hechos 4, 8-12) y el que nos da acceso a la intimidad de Dios, hoy en la fe y mañana cara a cara, cuando “le veremos tal cual es” (I Juan 3, 1-2).

No podemos celebrar este Cuarto Domingo de Pascua sin hacer referencia a la opción vocacional que la Iglesia adopta en la predicación de este evangelio. Es el Buen Pastor quien llama desde su ejemplo y entrega, y es Él quien concede la gracia de la elección: “Yo soy quien los ha elegido a ustedes” y “los he llamado amigos”. Son éstas, palabras de Jesús en el capítulo 15 (vv. 15 y 16) del evangelio según San Juan, en su discurso de despedida en la última Cena, después del lavatorio de los pies; toda una guía teológica-espiritual para poder comprender el misterio sacrificial contenido en la Eucaristía: símbolo, anticipo y actualización incruenta de la crucifixión.

Hoy la Iglesia, en la palabra, ejemplo y entrega de Jesucristo, llama de nuevo al servicio en la vocación al sacerdocio ministerial sacramental y a la consagración en la vida religiosa. Pidamos a Jesús, el Buen Pastor, que como Iglesia peregrina y suplicante, nos conceda el don de escuchar su voz y dejarnos enamorar por su ideal; el único digno de nuestra entrega total, el único asistido por su gracia, y capaz de reproducir en los consagrados su entrega sacrificial y redentora.