– 4 de febrero de 2024 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos Hermanos:

“Predicación del evangelio y curación de las enfermedades”: Son el mensaje unificado que encontramos en el evangelio de este domingo (Marcos 1, 29-39). El primer y mayor mal que Jesús viene a curar es el pecado; siempre en San Marcos vamos a encontrar ese acercamiento a la raíz del mal, que Jesús identifica y confronta en el hombre, al que se acerca con piedad y decisión solidaria y reveladora de su divinidad; podríamos llamarla divinidad en acción. En la primera lectura Job exhala su lamento de hombre abrumado por el sufrimiento (Job 7, 1-4.6-7). Jesús vino a salvar al hombre de las consecuencias del pecado y de la inseguridad y la angustia que provocan la enfermedad.

El Evangelio, la Buena Noticia de Jesús es Jesús mismo. La curación de la suegra de Pedro se traduce en servicio; encontramos en este sencillo y breve relato una magnífica catequesis acerca del efecto y poder de la gracia: la suegra de Pedro estaba realmente enferma, pero en el relato el Evangelista nos introduce a una mirada en profundidad que nos conduzca a reconocer el cambio que ocurre en el alma sanada, perdonada: pasando de la postración de la fiebre (signo de la postración que nos produce el pecado), a la disponibilidad convertida en nueva vitalidad para servir, transformación obrada por la gracia del perdón.

Trasladando a su propia vida y vocación apostólica esa experiencia del encuentro con Cristo, San Pablo nos revela el origen de la vitalidad que hallamos en su ministerio. En su seguimiento a Cristo San Pablo no escatima esfuerzo ni entrega, ni riesgo; el mismo apóstol que nos ha definido su nueva vida como una carrera para alcanzar a Cristo nos entrega el lema de su apostolado: ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! El más generoso y entregado de los cristianos de la primera generación se siente sólo un operario en los trabajos de la evangelización; gran humildad como punto de partida de esa vida providencial que Cristo eligió para sí; elección y respuesta que vive hoy cada cristiano que responde al llamado del Maestro. (I Corintios 9, 16-19. 22-23).