– 21 de enero de 2024 -.

Padre Joaquín Rodriguez

 

 

Queridos hermanos:

En este tercer domingo del tiempo ordinario volvemos a San Marcos, el evangelista de este año, y nos encontramos con dos temas íntimamente enlazados en la relación de los discípulos con Jesús: la conversión y la vocación. La conversión es, en el cristiano, una respuesta a la llamada de Dios en Cristo; por otra parte, la conversión a Cristo desde nuestros pecados siempre nos llevará a un cambio de vida que nos dispondrá a escuchar su llamada, y él nos llama para que estemos con él y para enviarnos en su nombre.

La Palabra de Dios es “viva y eficaz”; Cristo es esa Palabra definitiva del Padre y posee una gracia única destinada a provocar en el hombre la conversión y, por su medio, la salvación. Sin embargo, Dios no obliga, sino que respeta la libertad en la que nos ha creado. Convertirse conlleva cambiar y seguir a Jesús; todo queda enmarcado en la llamada, y la llamada en la Iglesia se llama “vocación”.

San Marcos hace que asistamos, en el evangelio, a los comienzos de la predicación del Señor: “Conviértanse, dice Jesús, y crean la Buena Noticia” (Marcos 1, 14-20). Es el mismo llamamiento a la conversión que, según la primera lectura, era dirigido por Jonás a Nínive, la ciudad pecadora.               (Jonás 3, 1-5.10). - La Palabra de Dios puede ser creída sin necesidad de signos prodigiosos, gracias al don de la fe, como ocurrió en Nínive con la predicación de Jonás.

San Pablo, en su primera carta a los Corintios (I Cor.7, 29-31) pone en guardia a los cristianos contra la esclavitud de las costumbres licenciosas y de los vicios abundantes en esa ciudad cosmopolita y pagana. El apóstol insiste en la auténtica libertad que debe guiar las decisiones y la vida de los cristianos de todos los tiempos: vivir en el mundo presente, temporal y pasajero, sabiendo relativizar todo lo que este mundo ofrece y exige, incluyendo las posesiones y relaciones lícitas de la vida presente, que es provisional; sólo la vida eterna importa cuando tenemos la vida orientada a Cristo.

-Concluyendo nuestra reflexión de hoy: Es Jesús quien nos llama; es él quien despierta en nosotros el celo por su palabra y nos invita a construir el Reino que, con él, ya ha comenzado; y es él quien nos envía en su nombre a compartir con los demás su amor y su pasión por la humanidad.