– 22 de octubre de 2023 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

“La Palabra de Dios es como una espada de doble filo”, leemos en las Sagradas Escrituras (Hebreos 4, 12); y ningún texto bíblico es más apropiado para demostrarlo que el evangelio de este Domingo: “Páguenle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. El problema consiste en que el César (los que detentan poder en este mundo) no suele estar dispuesto a reconocer la primacía de Dios y, ni siquiera, el límite de origen y de ejercicio de su propio poder. No existe una posición más proclive al pecado de la soberbia y del abuso del poder que el poder mismo. De este modo, Jesús viene en nuestra ayuda para mostrarnos nuestros límites y el camino que debemos elegir para ejercer el poder en libertad y en beneficio, tanto propio como del prójimo; a quien nunca podemos dejar fuera de la ecuación. La Iglesia es experta en humanidad, y en esta materia tiene mucho que enseñarnos a sus propios hijos, desde el Papa hasta el más pequeño de los bautizados, y al mundo.

La oposición de las autoridades de Jerusalén a Jesús fue tomando forma de conjura para terminar con él. Respondiendo sabiamente a la traidora pregunta sobre el tributo al César, Jesús dejó claro que su reino no era de este mundo (Juan 18, 36) y que no venía a cambiar el mundo políticamente sino a curarlo desde dentro, enseñando a “dar a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22, 15-21). Del mismo modo los apóstoles pedían que se obedeciese a las autoridades y que se rezase por ellas; mientras que la adoración y la fe sólo pueden dirigirse a Dios, único Señor y Rey de la historia (Isaías 45, 1. 4-6).

Ciro, rey de Persia, fue llamado por los Hebreos liberados el Ungido, o sea, el Mesías. Hoy la autoridad deber ser ejercida en un contexto diferente; y existen muchos. En el nuestro partimos de la igualdad en la dignidad de origen de toda persona humana y concebimos la soberanía en una forma muy diferente. El pueblo es el soberano, dignidad y poder que le ha otorgado el Creador; dignidad y poder de origen; y ese pueblo comisiona a algunos a quienes considera capaces de coordinar los esfuerzos de todos y guiarlos a fines acordados para el bien común; pero vemos que el pecado sigue contaminando todo el proceso y hasta el concepto mismo de persona, de dignidad y del ejercicio del poder temporal.

La lectura de la primera carta a los Tesalonicenses se reserva para los últimos domingos del Tiempo Ordinario. Escrita por san Pablo en Atenas el año 51 d.C. es el primer documento que se conserva del Nuevo Testamento. La Iglesia de Tesalónica era ejemplar (I Tesalonicenses 1, 1-5b). La vida espiritual del cristiano se resume y expresa en las tres virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad. Las llamamos teologales porque tienen su origen directamente en Dios; constituyen los atributos que cada cristiano practica otorgados directamente por el Dios Uno y Trino en el Bautismo.