--17 de septiembre de 2023—

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El PERDÓN constituye una exigencia de nuestra condición de cristianos; Jesús nos lo enseña como parte esencial de su Evangelio y aparece tanto como enseñanza, como condición indispensable para ser sus discípulos en varios momentos de los relatos evangélicos. Sin dudas que constituye una Buena Noticia para todo el que escucha y recibe el mensaje. En la oración del Señor, el Padre Nuestro nos es entregado como un don, una condición y un compromiso que condiciona toda nuestra oración y enfoque en el seguimiento de Cristo.

La parábola de los empleados deudores es una catequesis sobre el perdón de los pecados por Dios y el mutuo perdón de las ofensas entre los cristianos, imitando a Dios. En la oración del “Padre Nuestro” pedimos: “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden” (Mateo 18, 21-35). En este punto la enseñanza del Evangelio es idéntica a la de los sabios del antiguo Israel: “Perdona la ofensa de tu prójimo y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas” (Eclesiástico 27, 33-28, 9).

La antigua ley revelada al pueblo de Israel, llega a su plenitud en Cristo, Palabra viva de Dios. San Pablo nos ha enseñado que la Ley, en el Antiguo Testamento, nos descubría nuestra condición de pecadores, pero no nos daba la fuerza para vencer el pecado; aunque también le reconoce su papel de pedagogo que nos conduce a la práctica de la virtud. Sólo en Cristo, que nos trae la Gracia, encontramos y recibimos la fuerza para superar el pecado y abrazar la santidad.

San Pablo desea que no vivamos para nosotros mismos, sino para el Señor, a quien pertenecemos (Romanos 14, 7-9), nos exhorta a vivir el Misterio Pascual: “En la vida y en la muerte somos del Señor”. En un mundo que nos propicia la ambición desenfrenada y nos lleva muchas veces a la avaricia, los consejos evangélicos aparecen como moderadores y humanizadores; sólo Cristo, que nos revela el misterio del amor de Dios, puede conducirnos por el camino liberador que el Padre ha diseñado y hecho carne humana en el Hijo de su amor: en Él todos somos llamados a ser hijos de Dios y a vivir la nueva doctrina de la misericordia y el perdón.