-11 de junio de 2023 -.

Padre Joaquín Rodriguez

 

Queridos hermanos:

La fiesta del CORPUS CHRISTI es celebrada cada año en la Iglesia con el fin de proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la eucaristía; presencia permanente y substancial más allá de la celebración de la Misa. Nos referimos a esta celebración central de la Iglesia como “la Cena del Señor”, “el Sagrado Banquete”, “el Sacrificio del Altar”, “la Cena Pascual”; nombres que resaltan o acentúan algún aspecto dentro de la gran riqueza que nos revela esa celebración del “Sacramento del Altar”, donde Cristo se entrega, como lo anticipó sacramentalmente el primer Jueves Santo de la historia, en el Sacrificio redentor de la Cruz. -Celebrada por primera vez en Lieja en 1246 y extendida a toda la Iglesia occidental por el papa Urbano IV en 1264. Dada su gran riqueza teológica y espiritual, la Liturgia nos la presenta cada Ciclo con un formulario diferente de lecturas que, sin embargo, no agotan esa gran riqueza de símbolos reveladores del Misterio que celebramos.

La primera lectura (Deuteronomio 8, 2-3.14b-16ª) nos relata cómo Dios alimentó a su pueblo, mientras caminaba por el desierto, proporcionándole el maná. Partiendo de este acontecimiento y de la propia interpretación de Jesucristo en el “discurso del Pan de Vida” que encontramos en el evangelio del día, la Iglesia se refiere simbólicamente a la Eucaristía con ese lenguaje alegórico. – Sin embargo, el maná no preservaba de la muerte a cuantos lo comían; por eso Jesús nos asegura en el evangelio que leemos hoy (Juan 6, 51-58) que Él es “el verdadero pan de vida”: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna”. – San Pablo añade en la epístola (I Corintios 10, 16-17) que, al participar del cuerpo del Señor y compartir su cáliz, los cristianos pasan a formar entre ellos mismos “un solo cuerpo”.

Nuestra fe en la presencia real de Cristo en el Sacramento Eucarístico, por lo tanto, no tiene su origen en una interpretación piadosa o alegórica de las acciones de Jesús, sino en sus propias palabras; palabras que causan escándalo y división entre sus oyentes, incluyendo a sus propios discípulos. Es éste un tema central en la vida de la Iglesia y en toda su predicación y acción pastoral. El Concilio Vaticano II nos enseña que la Eucaristía es “fuente y cumbre de la vida de la Iglesia”. Sólo tenemos que leer, en clave de meditación, y en la fe, las palabras de Jesús en esta catequesis excepcional de Juan 6, para despejar toda duda racional o emocional acerca de este misterio central de la vida de la Iglesia y, por lo tanto, de la nuestra. En la Eucaristía Dios nos alimenta con un manjar celestial; nos une en un solo cuerpo, el de su Hijo; y se nos ofrece, como comida y bebida de salvación, producto del Sacrificio en la Cruz del Hijo de su amor.