– Solemnidad – 21 de mayo de 2023 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

La Ascensión del Señor, que hoy celebramos, nos hace dirigir nuestra mirada y nuestro corazón a Cristo; en su persona y su poder. A su vez, es importante entender el misterio que la Ascensión nos revela, para entender el ser y la misión de la Iglesia y, por lo tanto, nuestra propia realidad de ser Iglesia y, en consecuencia, enviados a la misión que el mismo Señor cumple constantemente en y por nosotros.

Por la Ascensión de Jesucristo a los Cielos nuestra humanidad está allí, en Dios, para siempre. Jesús resucitado está sentado a la derecha del Padre y ha confiado a su Iglesia el misterio de los sacramentos por los que entramos en el misterio de la Trinidad y participamos de su vida. Jesús resucitado tiene “todo poder en el cielo y en la tierra”, su victoria sobre la muerte es definitiva y promete estar con nosotros “hasta el fin del mundo”. La contemplación de la Ascensión, y el misterio que nos revela, nos permite así entender el ser y la misión de la Iglesia. El retorno de Jesús hacia el Padre, que celebramos en esta solemnidad, nos presenta la resurrección y la ascensión como un único movimiento que conduce al Señor a su gloria.

Al comienzo del libro de los Hechos de loa Apóstoles, San Lucas nos describe la partida del Señor hacia el cielo (Hechos 1, 1-11). -El evangelio nos refiere los términos de la misión confiada por Jesús a sus Apóstoles después de su postrera manifestación (Mateo 28, 16-20); los discípulos irán a “hacer discípulos y a bautizar” investidos con el poder del Señor Jesús, que los envía en su nombre. -Con San Pablo, nos adentramos en el misterio y contemplamos a Cristo “sentado a la derecha de Dios en los cielos”, como Cabeza de su Iglesia, Señor del universo y fuente de vida para cuantos creen en El (Efesios 1, 17-23).

Al llamarnos a celebrar la Ascensión del Señor la Iglesia nos invita a participar, por la Eucaristía, en el misterio del Verbo Encarnado, de Jesucristo, el Hijo del Eterno Padre, “en quien nuestra naturaleza humana ha sido tan extraordinariamente enaltecida que participa de su misma gloria”