– 2 de agosto de 2020 - 

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

En el evangelio de San Mateo, al igual que en el de San Marcos, leemos dos relatos diferentes, pero semejantes, de la multiplicación de panes y peces; hoy nos ocupa el primero de estos dos relatos en (Mateo 14, 13-21), donde coinciden ambos evangelistas en el número, cinco panes y dos peces. Nos dice el evangelista que Jesús tenía compasión por la multitud, que sintió lástima de ella y se puso a curar a los enfermos.

Después de la noticia de la muerte del Bautista Jesús se retira a un sitio tranquilo, pero hasta allí lo sigue la multitud que lo busca. -Ya, desde antiguo, Dios muestra compasión por su Pueblo elegido y lo invita a participar de su banquete de gracia y abundancia, como leemos en el profeta Isaías (Isaías 55, 1-3): El agua y la abundancia de trigo, leche y vino son dones de Dios a su Pueblo y signos de su cuidado por sus elegidos.

La multiplicación de los panes y los peces constituye siempre en los evangelios un anuncio y una celebración anticipada del Banquete del Reino de los Cielos. Dados “de balde”, “gratuitamente”, como “signos terrenos de la gracia celestial”; los dones de Dios nos son prometidos y concedidos en abundancia y por anticipado, luego viene la llamada al seguimiento del Hijo desde nuestra indigencia, pasando por la conversión. Siempre Dios nos alienta y nos alimenta primero para concedernos el poder de responder a su llamado al discipulado y al apostolado; esto es, a la misión, que comienza y culmina en una cena fraterna que nos sirve el propio Dios.

En la segunda lectura, tomada de (Romanos 8, 25. 37-39), San Pablo corona su exposición acerca del misterio de salvación con un himno al amor de Dios: “Nada podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús”. Suena a himno de triunfo por la seguridad de la esperanza cristiana.

¿Quién podrá separarnos del amor que Cristo nos tiene? ¿Podrá apartarnos la tristeza; podrá la amargura, la persecución, la angustia, sin que podamos vencerlos por el amor de Aquel que nos ha amado; de Quien nos ha amado primero?

El que nos alimenta, El que se anticipa a nuestras debilidades y flaquezas, El que siempre nos perdona cuando regresamos a su Mesa no permitirá que nos perdamos’ no permitirá que nos extraviemos en el camino que conduce a su Casa, a su Reino.