– 25 de diciembre de 2022 -.

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

El tercer domingo de Adviento la Liturgia de la Iglesia nos anunciaba la alegría por la cercanía del Salvador en la celebración de su nacimiento. Hoy celebramos ese gozo, y la Liturgia nos despliega la belleza con que las Sagradas Escrituras nos anuncian y presentan el gran Misterio de la Encarnación, Nacimiento y Manifestación del Señor en un tiempo único, que repetimos cada año y que nos permite actualizar, celebrándolos en la Eucaristía, los grandes eventos con los que Dios comenzó, en el tiempo de los hombres, nuestra Redención.

El misterio de la Navidad nos invita a la contemplación gozosa; nos invita a correr hacia Belén con los pastores y descubrir con ellos al Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Nunca nos acostumbramos a este inmenso misterio del amor de Dios que envía a su Hijo al mundo. Dios, superando cualquier expectativa, se hace uno de nosotros. Contemplamos a un Niño débil en quien habita la plenitud de la divinidad.

La Liturgia de la Navidad es rica en imágenes y en sucesos: Guiados por la Palabra de Dios nos encontramos con Los profetas, apóstoles y evangelistas en la diversidad de las lecturas de las tres Misas de Navidad. En la MISA DE MEDIANOCHE Isaías 9, 2-7 despierta nuestra esperanza al decirnos que ya se ha cumplido la promesa en el Niño que nos ha nacido; así lo afirmamos en la antífona del Salmo Responsorial: “Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”.- En su carta a Tito 2, 11-14 San Pablo se refiere a “la gracia de Dios que ha aparecido, trayendo la salvación para todos los hombres”. -Y San Lucas 2, 1-14, en el evangelio, nos sitúa históricamente y relata la aparición de los coros celestiales a los pastores, primeros destinatarios de la Buena Nueva anunciada a los pobres. -Luego podemos repasar los textos de los otros formularios para la Misa de la Aurora: Isaías 62, 11-12; Tito 3, 4-7 y Lucas 2, 15-20, en cuyo evangelio encontramos la continuación del de Medianoche y nos describe a los pastores como primeros testigos y misioneros del Recién Nacido Hijo de Dios. Y la Misa del Día, que nos llama a una mirada madura de la irrupción, en el mundo creado, del Eterno que se ha humanado y ha venido a habitar entre los hombres: Isaías 52, 7-10; Hebreos 1, 1-6 y Juan 1, 1-18.

No podríamos encontrar un mejor modo de interiorizar el Misterio de la Natividad de Cristo que leyendo y meditando estas maravillosas lecturas de la Palabra, que es El mismo, que ha venido a poner su casa en medio de nosotros, su Pueblo. ¡FELIZ NAVIDAD!