–Domingo de Abrahán y de la Transfiguración-

- Marzo 13 de 2022-

Padre Joaquín Rodríguez.

 

Queridos hermanos:

En el Evangelio de San Lucas leemos hoy el relato de la Transfiguración del Señor que encontramos situado entre dos anuncios de la Pasión, todos comprendidos en el mismo capítulo nueve de este evangelio. Nada de ello es casual, ya que el Evangelista quiere situar el hecho en relación a los discípulos, quienes serán también testigos cualificados de su Pasión y Muerte de Cruz, realidades que, de momento y hasta después de la Resurrección, serán incapaces de comprender y aceptar.

Hoy, la primera lectura (Génesis 15, 5-12.17-18) nos presenta la alianza de Dios con Abrahán, el padre de los creyentes. Abrahán creyó en la Palabra, y su fe le grangeó la amistad de Dios, que selló con él su alianza. – También al presentarnos a su Hijo transfigurado espera Dios de nosotros una respuesta similar de fe (Lucas 9, 28b-36). – Esa respuesta de fe debe introducirnos al mundo de la resurrección de la gloria, según nos enseña hoy San Pablo (Filipenses 3, 17-4, 1) quien, con la certeza de la fe revelada, testimonia su esperanza inquebrantable de que seremos también transfigurados según el modelo de nuestro Señor Jesucristo: “El transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa”.

En el evangelio de hoy reconocemos una auténtica “Teofanía”, una manifestación de Dios, que informa los sentidos de los tres discípulos privilegiados por la experiencia: Pedro, Santiago y Juan aparecen en diversas ocasiones como testigos de excepción de las obras de Jesús; serán ellos quienes estarán solos con Jesús en su “agonía del huerto de los olivos” al comienza de la Pasión.

El otro aspecto del hecho mistérico de la Transfiguración, y que constituye su más profundo significado revelador, es el mismo Jesús, el Hijo amado del Padre, quien anhela con toda su humanidad unirse al Padre. El Padre y el Hijo son uno, como el mismo Jesús nos reveló en su diálogo con Felipe de la Última Cena (Juan 14, 8-10). El contenido de esta oración de Jesús se refiere a su Pasión, como atestigua el diálogo que establece con Moisés y Elías. También aprendemos de esta experiencia reveladora que la oración no es un espacio para evadir las preocupaciones de este mundo, al contrario, en ella aprendemos a buscar la voluntad de Dios y cómo llevarla a cabo en obediencia y compromiso. Por último, la Transfiguración es un anticipo de la Resurrección; aunque los discípulos no parecen conscientes del momento único que viven, sí van a recordarlo cuando se enfrenten al Resucitado, a quien creían haber perdido para siempre: Serán testigos abatidos de la aparente derrota del Maestro en Getsemaní; pero verán su gloria, creerán en El y serán sus testigos, llevando su Evangelio hasta los confines de la Tierra.