– 6 de marzo de 2022 –

“DOMINGO DE LA TENTACION”

Padre Joaquín Rodríguez

 

Queridos hermanos:

Con las palabras “Conviértete y cree en el Evangelio” la Iglesia nos ha llamado de nuevo a iniciar un tiempo de gracia único, verdadero camino de santificación; ese tiempo de gracia es la Cuaresma que hemos comenzado el pasado miércoles 2 de marzo. Al acercarnos a recibir las cenizas, signo sacramental con el que los cristianos aceptamos la invitación a la conversión, nos comprometemos en Cristo a recorrer el camino de la Cruz: Su camino, que hacemos también nuestro al asumir ese reto sagrado. Otra fórmula, usada desde antiguo también, nos recuerda nuestra condición frágil y pasajera: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. No quiere la Iglesia quitarnos la esperanza con esta última amonestación, sino llamarnos realistamente a una conversión radical desde los caminos del pecado que conducen a la muerte eterna, al único camino redentor que recorrió Jesús de Nazaret, que por nosotros se hizo Siervo humilde y obediente hasta la muerte de Cruz.

Hoy, primer Domingo de Cuaresma, San Lucas nos presenta las tentaciones de Jesús en el desierto de Judea de esta manera: “El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo”. Antes, el Evangelista nos había dicho que Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán; esto ocurre inmediatamente después del Bautismo de Juan, que Jesús recibe junto con la multitud de pecadores que acuden a Juan y que culmina con la “manifestación” de su condición de “Hijo amado, del predilecto del Padre celestial”. El protagonista de esta historia es, por lo tanto, no el tentador sino Jesús lleno del Espíritu Santo, que nos invita a imitarlo siguiendo la guía del Espíritu que El derrama sobre nosotros.

La primera lectura nos habla de la fe del pueblo de la Antigua Alianza en Dios, que le había salvado de la opresión (Deuteronomio 26, 4-10). Para Israel, Dios es el Dios de la historia, que llama a su pueblo y camina con él, va delante de los peregrinos, los protege y libera.

Con San Pablo (Romanos 10, 8-13) aprendemos hoy que, el resumen de nuestra fe de cristianos es Jesús resucitado, ese mismo Jesús a quien vemos manifestarse en el evangelio como el Hijo de Dios, no porque realice los prodigios que le sugiere el tentador, sino por su reivindicación del honor Divino (Lucas 4, 1-13).

Jesús quiere asumir nuestra condición humana, siendo El de condición divina, para abrirnos el camino hacia el Padre, liberándonos de las ataduras y la esclavitud del pecado, y salvándonos de la muerte eterna. El es tentado, pero vence por su fidelidad al Padre, a su Ley de amor y a la Verdad. Al fin, toda tentación es contra la Fe y Jesús nos enseña a vencer. Después de su Bautismo, Jesús mantiene en el desierto un combate singular con Satanás que representa las tentaciones que hubo de superar durante toda su vida para ser fiel al Padre; de este modo el Señor es modelo para el cristiano que desea superar el pecado y hace penitencia. Jesús imita también en su retiro de cuarenta días a los antiguos profetas Moisés y Elías, como ahora hace la Iglesia siguiendo su ejemplo.