– 20 de febrero de 2022 –

Padre Joaquín Rodríguez

 

“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”

 

Queridos hermanos:

Con ciertos detalles, a veces sutiles, San Lucas diferencia su mensaje del “Sermón del Monte”, que también encontramos en San Mateo. En Lucas Jesús empieza su discurso al “bajar del monte”, y ya estuvimos considerando las diferencias el pasado Domingo al notar que aquí encontramos sólo cuatro Bienaventuranzas, mientras Mateo nos trasmite ocho extendiéndose en la última. No es sólo asunto de detalles sino de significado profundo; más orientado en Lucas a una mirada de la realidad social en la que el cristiano siempre tendrá que tomar decisiones, a veces difíciles, y siempre con un sentido moral en sus opciones en la vida presente.

Según San Lucas el Sermón insiste sobre la ley de la caridad: el amor a los enemigos, la mutua ayuda, el perdón, … (Lucas 6, 27-38). Erige como ley una virtud que habían practicado hasta entonces los mejores de entre los hombres del pasado. Así vemos en la primera lectura cómo David rehusa tomar venganza de Saúl, que pretendía darle muerte (I Samuel 26, 2.7-9.12-13).

Siguiendo adelante con su predicación sobre la resurrección de todos los hombres en Cristo, San Pablo nos presenta a Jesús como el Señor de una nueva humanidad que vive para Dios, como el nuevo Adán (I Corintios 15, 45-49). De nuevo se nos recuerda que la vida presente prepara y decide el destino de la futura, siempre considerando que en principio Dios nos ha destinado para la “vida eterna”, la cual será la continuación y plenitud de la presente. Siempre la decisión del camino a seguir para conseguir las promesas de Dios estará en nosotros; nuestras obras mostrarán cuál fue nuestra decisión y concurrirán con nosotros en el juicio, en el que daremos cuenta de nuestra gestión, o sea, de nuestra opción ante la invitación a vivir en el amor y del Amor, que es el mismo Dios.

El gran mérito de David fue el de optar siempre por Dios, acogerse a su misericordia y ser, él mismo, misericordioso, como nos muestra la primera lectura de hoy. Respetando siempre la elección de Dios y a Saúl, el “Ungido de Yahvé”. Muchos hombres se alejan de los designios de Dios y tratan de eliminar los obstáculos sin nobleza ni misericordia, aunque esos obstáculos sean sus propios semejantes.

En el evangelio del día Jesucristo nos invita a imitar al Padre del Cielo. Pudiéramos excusarnos diciendo que la meta es demasiado elevada y lejana para nosotros. Una visión semejante puede ser el resultado de un desconocimiento de Quien es Dios y qué espera de nosotros: Espera exactamente lo que nos propone, que lo imitemos en su amor y misericordia por nosotros; no olvidemos que El nos amó primero. El amor a los enemigos puede parecerse a la frontera final que nos separa de Dios y, efectivamente, en cierto modo, así es. Resulta ser la última prueba en el examen final. El amor de Dios no tiene límites, así es también su misericordia.