Anónimo

El tema del soneto es el ideal cristiano de la abnegación sin retribución alguna.

 

No me mueve, mi Dios, para quererte

el Cielo que me tienes prometido

ni me mueve el Infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor. Muéveme el verte

clavado en una cruz y escarnecido;

muéveme el ver tu cuerpo tan herido,

muéveme tus afrentas, y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,

que, aunque no hubiera Cielo, yo te amara,

y, aunque no hubiera Infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,

pues, aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.

 

AUTORÍA

Aunque su autor permanece desconocido, se atribuye tanto al doctor de la Iglesia san Juan de Ávila[cita requerida] como al agustino Miguel de Guevara,[cita requerida] que lo publicó en su obra Arte doctrinal y modo general para aprender la lengua matlazinga (1638), mientras que otros[¿quién?] señalan a otros autores. También se ha atribuido a Lope Félix de Vega Carpio (Lope de Vega). Si bien apareció impreso por primera vez en la obra del doctor madrileño Antonio de Rojas Libro intitulado vida del espíritu (Madrid, 1628), circulaba desde mucho tiempo antes en versión manuscrita. El argumento más sólido para la atribución a Juan de Ávila, como señala Marcel Bataillon,[cita requerida] es que el precedente de la idea central del soneto (amor de Dios por Dios mismo) se halla en bastantes textos del santo.