Por Yehuda Amijái
Versión en español de Claudia Kerik
Claudia es muchos judíos
que hicieron juntos una hermosa chica en México,
Verónica es muchos rumores.
Quiero describirlas como en los libros de viajes
del siglo pasado
con mucho amor y pocos conocimientos.
No sé qué palabras las hacen felices
ni qué palabras las vuelven tristes,
cuáles son los paisajes de su desconsuelo y cuáles los de su esperanza
qué matas profundas y qué desiertos
qué lejanas montañas nevadas y qué de la noche².
Claudia es bella como ventanas abiertas al mar,
es una espía de las tierras del adiós.
Verónica es la nieta de Trotsky,
su linda cabellera cubre la herida profunda en el cráneo de su abuelo.
Vive en una casa con muchos libros y mucha muerte.
Últimamente las he visto juntas en ceremoniosas sesiones
fotográficas a los pies de las escaleras
entre personas que se amontonan y se dispersan,
la música de una trompeta que debiera apaciguarme
abrió viejos recuerdos llenos de dolor.
Claudia cargará sobre los hombros
su rostro que se irá olvidando.
Verónica se llevará consigo
las palabras que no llegué a saber.
Como un temblor en la piel de un perro viejo,
así las anhelará mi alma.
Mano y manija se perdieron juntas
y la abeja se hundió en su propia miel.
Escrito tras su primera visita a México en 1982, hace referencia a mi persona (Claudia Kerik) y a Verónica Volkow.