Emilio Ballagas
Drómiti, mi nengre,
drómiti, ningrito.
Caimito y merengue,
merengue y caimito.
Drómiti, mi nengre,
mi nengre bonito.
¡Diente de merengue,
bemba de caimito!
Cuando tú sia glandi
va a sé bosiador…
Nengre de mi vida,
nengre de mi amor…
(Mi chiviricoqui,
chiviricocó…
¡Yo gualda pa ti
tajá de melón!)
Si no calla bemba
y no limpia moco,
le va’abrí la puetta
a Visente e’loco.
Si no calla bemba
te va’da e’gran sutto.
Te va’a llevá e’loco
dentro su macuto.
Ne la mata’e güira
te ñama sijú.
Condío en la puetta
etá e’tatajú…
Drómiti mi nengre,
cara’e bosiador,
nengre de mi vida,
nengre de mi amor.
Mi chiviricoco,
chiviricoquito
Caimito y merengue,
merengue y caimito.
A’ora yo te acuetta
’la maca e papito
y te mese suave…
Du’ce…, depasito…
y mata la pugga
y epanta moquito
pa que due’ma bien
mi nengre bonito.
BIOGRAFIA
Emilio Ballagas. Camagüey, 1908 – La Habana, 1954. Poeta cubano cuya obra es representativa del vanguardismo de la década de 1930; es uno de los más estimados líricos nacionales de todos los tiempos, por la finura y perfección de su estilo.
Profesor universitario, alternó además literatura y periodismo a lo largo de toda su vida. De personalidad poética contrastada a través de dos direcciones de muy distinta orientación, por un lado se lanzó a la búsqueda de la poesía pura y por otro se adentró en una lírica popular y folclórica. Por ello se le situó siempre a caballo de las dos tendencias que caracterizaron el vanguardismo cubano: la «purista» de D. M. Loynaz, por ejemplo, frente a la tendencia «realista» de N. Guillén.
En cuanto a la dirección más pura de la poesía de Ballagas, fueron frecuentes los diversos recursos temáticos y formales de su expresión, en obras como Júbilo y fuga (1931), Sabor eterno (1939) e incluso en Nuestra Señora del Mar (1943). Sin embargo, en la dirección del «realismo» desarrolló el poeta parte de su obra más significativa, con el cultivo de la «poesía negra» y una brillante interpretación lírica de sentimientos y tradiciones que le eran ajenos (Ballagas era blanco y de extracción burguesa).
Una muestra de estas obras son Elegía de María Belén Chacón, seguramente su obra de carácter más popular, Canción para dormir a un negrito, uno de sus poemas más tiernos, o Cuaderno de poesía negra (1934). También se ocupó de compilar la importante Antología de poesía negra hispanoamericana (1935) que lo convirtió en una de las principales figuras de esta corriente, junto a su máximo representante, N. Guillén.