Por Cesar Noragueda

 

No sólo bombones, besos y arrumacos es lo que ha traído el Día de los Enamorados a lo largo de la historia; también ha corrido la sangre.

En un día durante el que el mundo entero derrocha sentimentalismo romanticón por costumbre, como si los enamorados más entusiastas en lo suyo estuviesen libres de la obligación de tales demostraciones el resto del año, pocos son conscientes de la procedencia de esta celebración: el martirio inventado de un obispo que la Iglesia Católica supo aprovechar para sustituir unas fiestas paganas, aunque San Valentín no se encuentre en el santoral desde 1969 como consecuencia del Concilio Vaticano II. Es decir, esta festividad en la que el consumo se dispara alegremente tiene su origen en un acto de violencia legendaria, no de amor, similar en esencia a otros que sí ocurrieron tal día como hoy a lo largo de la historia.

Para empezar, el 14 de febrero de 1349, durante la conocida precisamente como la Masacre de San Valentín, unos 2.000 judíos de la disputada ciudad francesa de Estrasburgo, hombres, mujeres y niños sin distinción, ardieron en sus casas incendiadas. En 1530, el conquistador español Nuño Beltrán de Guzmán hizo otro tanto con el rey indígena Tangaxoan, señor de Michoacán. En 1655, los indios mapuches liquidaron a multitud de guarniciones militares españolas y los esclavos asesinaron sin contemplaciones a sus dueños chilenos entre los ríos Biobío y Maule durante un alzamiento generalizado. Y en 1797, ante el Cabo de San Vicente de la costa portuguesa, se desarrolló una batalla naval entre la Marina Real británica y la Armada Española, acérrima enemiga de la Francia revolucionaria la primera y su colaboradora la segunda, con el triunfo de los insulares y casi 600 muertos en total.

El mismo día de 1831, fusilaron en un pueblito de Oaxaca a Vicente Guerrero, uno de los principales responsables de la independencia mexicana y de la abolición de la esclavitud en el país y segundo presidente constitucional. En 1879, comenzó la Guerra del Pacífico entre Chile y una alianza boliviano-peruana, también conocida como Guerra del Guano y del Salitre, cuando el primero invadió la ciudad de Antofagasta y cuyo fin no llegaría hasta octubre de 1883. En 1918, en el contexto del genocidio perpetrado por Turquía en Armenia y de la décima tercera Guerra Ruso-Turca durante la Primera Mundial, los turcos atacaron a los armenios. Y en 1919, por las tentativas de expansión de ambos países, estalló la Guerra Polaco-Soviética, que no tuvo fin hasta marzo de 1921.

En 1922, durante su retirada de la Guerra Greco-Turca, los soldados griegos quemaron la mezquita de Karatepe, una aldea de la comarca de Aydin, en la que se habían guarecido sus habitantes; y a los que escapaban espantados por sus puertas les recibían a tiros hasta que no quedó superviviente alguno. En 1929, dos secuaces del famoso gángster Al Capone llevó a cabo la Matanza de San Valentín en Chicago disfrazados de policías, o sea, los asesinatos de cinco miembros la banda enemiga North Side Gang, cuyo líder, Bugs Moran, se libró al aparecer más tarde, y un pobre médico. En 1945, los estadounidenses bombardearon la ciudad checa de Praga al confundirla con Dresde durante la Segunda Guerra Mundial. Y en 1962, cerca de la villa cubana de Alquízar, una banda opositora al régimen dictatorial de Fidel Castro financiada por la CIA mató al miliciano Bartolo Vázquez.

A doce años de que se iniciase la Guerra de Vietnam, en el Día de los Enamorados de 1967, empezó la Batalla de Tra Vinh Dong, localidad de la provincia de Quang Ngai, en la que se enfrentaron Vietnam del Norte y el Vietcong contra Corea del Sur. En 1996la banda terrorista ETA le quitó la vida al intelectual español Francisco Tomás y Valiente: Jon Bienzobas Arretxe, alias Karaka, le disparó en su despacho de la Universidad Autónoma de Madrid mientras hablaba por teléfono. Y en 2001, un terrorista palestino de Hamás asesinó a siete militares israelíes y a un civil atropellándoles con un autobús.

En 2005, el grupo terrorista islámico Abu Sayyaf, afín a Al Qaeda, masacró a once ciudadanos filipinos con explosiones en una estación de autocares de Davao, en un centro comercial de General Santos y en un autobús del distrito financiero de Manila. Y por último, en 2012, una persona no identificada y posiblemente huida después provocó un incendio en la granja penal hondureña de Comayagua, que tuvo como resultado la muerte de unos 347 presos de los 852 que se encontraban allí entonces, escabechina que pone fin a esta siniestra relación de diecisiete hechos brutales que sucedieron el Día de San Valentín entre siglo XIV y la actualidad.

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