Por Elliot Fernández

 

La Historia del Imperio Romano y de Europa cambió radicalmente en el año 312 tras la conversión al cristianismo del emperador Constantino.

El siglo IV fue un momento determinante para la historia del Imperio Romano y del continente europeo. Una decisión personal marcó para siempre el Imperio. El emperador Constantino, en el año 312, decidió su conversión al cristianismo. Adoptó el cristianismo como sustituto del paganismo oficial romano. Y a partir del año 312 el cristianismo se posicionó como la religión del emperador, para acabar siendo unos años más tarde la religión oficial del Imperio. Este hecho fue decisivo y marcó el inicio de una nueva era histórica que se presentó bajo un mismo problema: la incapacidad de separar el poder político y el religioso.

El segundo momento decisivo en el siglo IV se produjo cuando el emperador Teodosio el Grande tomó la decisión histórica de hacer del cristianismo, en especial del catolicismo, la religión oficial del Imperio Romano mediante el Edicto de Tesalónica el 380. Este edicto comportaba el fin de la religión romana tradicional y su prohibición.

A partir de la decisión de adoptar el cristianismo por parte de Constantino, el culto cristiano se fue extendiendo por todo el Imperio. Y en el ámbito administrativo, aparecieron leyes donde se incluían importantes disposiciones religiosas. La expansión del cristianismo tuvo un rasgo característico en Occidente: la organización y centralización de los lugares de culto relacionado con la veneración de los muertos, los santos y las reliquias.

La adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio colocaba a los obispos en el centro del poder y les permitía dominar este culto organizado a través de la veneración a los muertos, los santos y las reliquias. El cristianismo fue la proyección en la esfera religiosa de la organización política del Imperio. El santo “Patronus” (una especie de intermediario entre el mundo de los vivos y Dios) tenía que pasar cuentas, recoger impuestos. También era conocido como patrunus la persona encarga de velar de la organización del culto, el obispo.

La veneración de los muertos no era algo nuevo, la novedad en aquel momento era el culto a los santos organizado por la jerarquía eclesiástica. El culto a los santos era propiciado y organizado por la jerarquía de la Iglesia.

Las conversiones al cristianismo no fueron masivas. Afectaron sobretodo a las familias que más cerca estaban del Estado: conversión de las “élites”. La expansión del culto cristiano fue un proceso muy largo. La doctrina católica no estaba formada del todo.

EL IMPERIO, CRISTIANO

Cuando en el año 321 el emperador Constantino se convirtió al cristianismo, a partir de ese momento el poder político y el poder religioso estuvo cada vez más unido. Eusebio (obispo y secretario de Constantino) inauguró un nuevo género literario, la crónica. Eusebio escribió la vida de Constantino. Estas crónicas se centraban en describir la vida de las dinastías imperiales.

Las crónicas elogiaban la vida de las dinastías e introducían una nueva manera de contar el tiempo. Constantino un año después de ser proclamado emperador en Oriente el año 325, convocó el Primer Concilio Ecuménico en Nicea. Hasta mediados del siglo V se convocaron concilios en ciudades del Imperio de Oriente como Constantinopla, Éfeso o Calcedonia.

Estos concilios tenían como intención de reunir la Iglesia universal, de Oriente y de Occidente. El Cristianismo era mucho más presente en el Imperio Romano de Oriente. La convocatoria de los concilios a partir de Constantino correspondía al emperador, que los presidía y firmaba las actas conciliares.

El ejercicio de la política y la administración de la Iglesia iban juntos. Estos concilios fueron reuniones muy animadas. Se discutían cuestiones fundamentalmente doctrinarias: fijación de los dogmas, persecución de la herejía (en un contexto de grandes tensiones) y discusión sobre la composición divina de Dios (asunto que llevó muchas discusiones), entre otros temas.

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