Antes de hablar de la batalla en sí, quiero que nos pongamos en contexto histórico: William Wallace y Andrew de Moray fueron los que lideraron la batalla del puente de Stirling. La verdad es que Moray ha desaparecido prácticamente de los anales de la historia escocesa y poca gente lo conoce, pero veréis que va a tener mucho peso en los acontecimientos. Respecto a William Wallace, creo que no hace falta presentar al héroe escocés. Conocéis su historia, ¿verdad? O quizá no sepáis nada de él. Mucha de la culpa de que hoy sea el escocés más famoso del mundo la tiene Mel Gibson y su película Braveheart (Corazón valiente).

Lo que se sabe de William Wallace, información real, se puede escribir en la cara de un folio A4. Aparece en varias crónicas inglesas, y también existe un documento redactado por él y que lleva su sello, la carta de Lübeck (1297). Fue una carta mandada a los puertos comerciales de Hamburgo y Lübeck diciendo que Escocia estaba en camino de ser independiente y que los puertos comerciales pronto estarían abiertos. Y poco más, el resto que se cuenta de su vida proviene de un poema épico de 1470, escrito por Harry el ciego (Blind Harry) llamado “The Wallace”. Que es ni más ni menos que una creación literaria, llena de construcciones de género caballeresco propias de la época, y a partir de ese poema épico se van a escribir en el siglo XIX la mayoría de biografías que conocemos sobre William Wallace.

No se sabe muy bien cuál fue el nombre de su padre, se barajan los nombre de Sir Malcolm Wallace o Sir Allan Wallace; tampoco se sabe nada de su infancia, ni de su juventud, ni de su origen, se cree que pudo nacer en Elderslie cerca de Glasgow. Se cree que cursó estudios teológicos; también se cree que pudo luchar en la guerra de Gales por sus dotes con la espada y el arco. Como digo, todo conjeturas y suposiciones. ¿Y qué hay de la supuesta esposa de Wallace? La verdad es que no consta su existencia en absoluto, ya que la primera vez que aparece es en una edición revisada del poema de Harry el Ciego de 1570. También se cree que Wallace pudo medir 1.90m, ya que su espada mide 1.65m y pesa 30 kilos por lo que sí, tenía que ser fuerte y alto. 

Sobre Andrew de Moray, aunque es una figura olvidada, hay mucha más información que de William Wallace. Venía de familia noble y una de las más influyentes de Escocia, estaban relacionados con la realeza y luchó en innumerables batallas. También acompañó a su padre en la batalla de Dunbar contra las tropas de Eduardo I y pasó un periodo encarcelado en la ciudad inglesa de Chester, pero pudo escapar, regresando al norte de Escocia y reuniendo un ejército con el que hizo frente a los ingleses, recuperando castillos como el de Inverness y Urquhart. Wallace se había ganado a un puñado de nobles escoceses por el asesinato del sheriff de Lanark, liderando así un grupo de rebeldes al sur de Escocia. Moray, cuando se dirigió al sur, se enteró de las actividades de Wallace, uniendo fuerzas, aunque poco se sabe de cómo y en qué circunstancias se conocieron. 

El 11 de septiembre del año 1297, en el corazón de Escocia, Stirling, y donde hoy se levanta el monumento de William Wallace se encontraban Moray y Wallace preparando la estrategia el día antes del ataque, estrategia que diseñó Moray, ya que sus conocimientos sobre el campo de batalla eran mucho más amplios que los de Wallace.

El conde de Surrey comandaba al ejército inglés junto con el tesorero real Cressingham. Ninguno de los dos veía a los escoceses como una amenaza, ya que les cuadruplicaban en número: 10.000 soldados frente a 2.500 ganaderos y campesinos. Surrey era un gran estratega y conocía los códigos de caballería, por el que el enemigo tenía que esperar a que se formaran en el campo de batalla. Es por esto por lo que deciden cruzar el puente de Stirling con la caballería; Moray y Wallace esperaron a que la caballería inglesa cruzara para tirar abajo el puente de madera, atrapándolos entre el río y el ejército escocés, los arqueros hicieron el resto. Cressingham, el tesorero inglés que era bastante odiado por los escoceses, murió durante la batalla y las crónicas inglesas dicen que los escoceses lo cortaron en trozos y se lo repartieron; Wallace se hizo una funda para su espada con su piel.

Andrew de Moray y William Wallace serán nombrados Guardianes de Escocia, aunque Moray duró poco como guardián de Escocia, ya que pocas semanas después muere. Hay contradicciones sobre la muerte de Moray, ya que algunos historiadores dicen que murió en la misma batalla y otros que unas semanas después. 

Wallace pudo haberse visto obligado a continuar emitiendo documentos conjuntamente con el nombre de su comandante fallecido, ya que le servía como un escudo contra las clases más elitistas y tradicionales de Escocia. Sin él, Wallace sería un ex forajido y estaría expuesto a las intrigas políticas de los nobles. Para Wallace la asociación continua con el nombre de Andrew Moray era necesaria. Solo una vez que Wallace fue nombrado caballero y nombrado Guardián de Escocia se hizo innecesario emitir cartas conjuntamente con Moray. 

Otro dato interesante es que en la única batalla importante que gana Wallace está Moray involucrado, el resto las pierde todas. Desgraciadamente el cine y el tiempo han olvidado a este héroe, no existen esculturas de Andrew de Moray, y los mismos escoceses no saben quién es y para mí esto es un homenaje a esa figura tan importante que fue Andrew de Moray. 

Después de la batalla de Falkirk, batalla en la cual Wallace pierde al ejército, él consigue huir a Francia, donde estará 5 años. Se fue a recaudar apoyo económico y militar para la revuelta escocesa y luchar por la libertad y la independencia. Y el resto ya es historia. Al volver a Escocia es traicionado por John de Menteith en 1305 y enviado a Inglaterra donde los ingleses acaban con su vida… 

Con la muerte de William Wallace, el futuro rey de Escocia toma las riendas para devolver la libertad a Escocia. Tardará casi una década en vengar la muerte de Wallace, pero en el año 1314, en la batalla de Bannockburn, Robert de Bruce expulsa a los ingleses, aquí es donde comienza el camino independencia.

Gracias al cine nos hacen imaginar a hombres con faldas y caras pintadas de azul, nos hacen soñar con ciudades e increíbles paisajes, un país con gente encantadora, montañas, lagos, monstruos, gaitas, y lo más importante: un país con whisky. FREEDOM

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